¿Rickey Henderson, Mark McGwire, Dennis Eckersley… y Michael Jordan? Podría haberse hecho realidad en los Atléticos de Oakland de 1994.
Por Anthony Castrovince / MLB.com
Cuando Jordan hizo su atrevido y extraño salto del baloncesto al béisbol ese año, era algo natural que la leyenda de Chicago Bulls se uniera a los Medias Blancas, dado que Jerry Reinsdorf era el propietario de ambos equipos. También era algo natural que Jordan, quien no había jugado en un diamante desde la preparatoria, comenzara su carrera como pelotero profesional en ligas menores.
Pero cuando el representante de Jordan, David Falk, se puso en contacto con algunos de los clubes de MLB como mero trámite antes de que Jordan firmase su pacto de liga menor con los Medias Blancas a principios de febrero de 1994, el entonces gerente general de los Atléticos, Sandy Alderson, hizo lo equivalente a un tiro de larga distancia. De haber encestado, habría causado un revuelo en el mundo del béisbol aun mayor al que generó la temporada de Jordan con Birmingham Barons de Doble-A.
“Les llamé a unos cuatro o cinco equipos para tantear el terreno”, relató Falk. “Por mucho, Sandy tuvo la respuesta más interesante e impactante. Le ofreció a Michael un lugar en el roster de Grandes Ligas”.
Con el interés en ese momento de la carrera de Jordan renovado por el debut esta semana de la serie documental producida por ESPN, “The Last Dance”, Alderson contó públicamente la historia acerca de su oferta a Jordan por primera vez en el podcast “Baseball Tonight” de ESPN.
“Esa transacción se nos fue de las manos”, le dijo Alderson a Buster Olney de ESPN. “Habría sido divertido, pero no se materializó. No nos habría hecho ganar la Serie Mundial”.
Aunque Falk le confirmó la oferta a MLB.com, reconoció que, a diferencia de una clavada de Jordan en el baloncesto, esto realmente nunca tomó vuelo.
“Yo estaba emocionado [con la oferta] y Michael se mostraba bien agradecido”, recordó Falk. “Pero quería incursionar en el béisbol profesional empezando desde abajo. Michael sentía que no merecía un lugar directo a un roster de Grandes Ligas y no se sentía listo. No quería convertirse en una especie de Herb Washington que sólo serviría para robarse bases y ser un jardinero de medio tiempo”.
La adición de un inexperimentado Jordan, en ese momento, no habría entorpecido la competitividad de los Atléticos. La escuadra de Tony La Russa había pasado de disputar la Serie de Campeonato de la Liga Americana en 1992 a perder 94 juegos en 1993. Aunque contaban con cañoneros de élite, los Atléticos carecían de pitcheo estelar y de una defensa confiable en el cuadro interior y, según las proyecciones, la campaña de 1994 tampoco pintaba bien.
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