Yessi Aguirre tiene 27 años y vive desde hace tres años en Barranquilla, allí llegó con su hija que ahora tiene ocho años y su esposo, desde entonces se ha ganado la vida trabajando en restaurantes de la ciudad como mesera. En Colombia había logrado estabilizar su vida, sorteando la difícil situación económica que vive su país Venezuela, al cual ahora quisiera regresar por el súbito cambio que la emergencia causada por el coronavirus le ha representado.
Por Jorge Cantillo / infobae.com
Sin trabajo desde enero, Yessi ve como el tiempo pasa y las medidas tomadas por el Gobierno colombiano para frenar los brotes del virus cada vez son más restrictivas y no presagian un pronto regreso de los restaurantes, en donde ella trabajaba. Sin grandes esperanzas de conseguir un nuevo empleo, con la mayoría de los negocios cerrados y muy poca gente buscando contratar, se plantea regresar a su país, pero esto es otro reto, pues las fronteras están cerradas y llegar a Venezuela en las condiciones actuales puede ser una travesía que le valga arriesgar su vida.
Normalmente un viaje hasta su natal Maracaibo no le costaría más de 100 mil pesos (USD 25), tomaría un bus hasta Maicao (La Guajira) y allí pagaría un transporte hasta Maracaibo. El paso fronterizo lo haría a pie y sin problemas ya que tiene papeles de ambos países. Pero esta opción dadas las condiciones actuales, con los transportes restringidos y las fronteras cerradas, es imposible.
Como ella hay miles de venezolanos en Colombia, unos en situaciones mucho más precarias, que ante el confinamiento generalizado del país han visto como los medios de subsistencia que habían logrado tener desde que salieron de su hogar, se quedan sin piso. Muchos viven del día a día, del trabajo informal, o de oficios que requieren exposición al exterior, con las manos atadas y sin poder trabajar han perdido la capacidad de pagar sus viviendas y su comida, y están siendo víctimas de desalojos y de xenofobia.
Esta es una situación que preocupa a Thailer Fiorillo, de la Fundación de Panas, pues afirma que muchos de sus compatriotas llegaron a Colombia huyendo por ver vulnerados sus derechos humanos, pero ahora se ven forzados a regresar en condiciones extremadamente difíciles y exponiéndose a contraer el coronavirus.
“Mi principal preocupación son las personas que trabajan”, dice, pues reconoce que los gobiernos no están discriminando en sus ayudas y a quienes viven en estratos 1 y 2 les ha llegado las ayudas humanitarias dispuesta para toda la población vulnerable. Sin embargo, los venezolanos que no hacen parte de esta franja y que tenían su empleo, así fuera informal, hoy están sin ingresos, viendo como las provisiones que tenían se les agotan y como no pueden pagar su vivienda o los servicios. “Muchos se desesperan y buscan regresar”, dice.
Cuenta Fiorillo que desde Barranquilla hace aproximadamente 10 días salieron unos autobuses piratas con unos 80 venezolanos. Situación similar pasó en otras ciudades de la Costa, sumando 200 personas que llegaron en buses hasta La Guajira, donde gracias a la intervención del Gobierno departamental lograron pasar hasta Venezuela por el paso fronterizo de Paraguachón. “De ahí para allá perdimos comunicación con ellos, sabemos que los pondrían en cuarentena cuando cruzaran, pero no sabemos si todavía lo están o si los están tratando bien, pues los mensajes que llegan desde la frontera es que a los que cruzan no los tratan de la mejor forma”, dice Fiorillo.
Un problema nacional
“Me voy así sea caminando para Venezuela”, dice Rodrigo Camargo, un hombre de 43 años que llegó a Bogotá hace dos. Él trabaja haciendo oficios y arreglos varios en las casas, pero ha perdido todos sus clientes desde que decretaron la cuarentena.
“Nadie me recibe en sus casas, yo lo entiendo, pero no tengo trabajo y para pasar hambre aquí mejor lo hago en mi país”, dice Roberto y cuenta que del lugar donde vive le dieron un ultimátum para salir en un par de días. Aún no tiene muy claro que va a hacer, hace un par de semanas cuando de Bogotá salieron unos 14 buses con venezolanos hacia la frontera no había decidido regresar así que no hizo mucho por abordar uno de esos transportes.
Ahora siente que está atrapado en la capital pues las historias que escucha de compatriotas que tratan de volver a Venezuela es que por los controles que ha tomado la alcaldía en los límites de la ciudad, no han logrado ni salir de Bogotá.
Dice Rodrigo que pronto se quedará sin dinero y no le quedará más remedio que tomar sus maletas e irse a pie hasta Táchira, una travesía de la que no es ajeno pues una parte de su viaje hasta Colombia la hizo de esta manera.
El último intento por salir de Bogotá lo hizo un grupo de 320 venezolanos el viernes 24 de abril que quedó atrapado en Chía (localidad de Bogotá) pues las autoridades migratorias no permitieron que siguieran hacia Cúcuta ya que esa ciudad fronteriza está saturada de inmigrantes.
De ciudades como Medellín, Cali, Bucaramanga, Barranquilla, entre otras, también se han dispuesto buses que llevan a venezolanos hasta la frontera para que regresen a su país.
Aunque en un principio esto podría tomarse como una acción humanitaria, está creando un grave problema que tiene en alerta máxima a las autoridades de las zonas fronterizas, en especial en Cúcuta, donde está el paso más importante hacia Venezuela y uno de los dos corredores humanitarios permanentes que dispusieron los dos países.
De acuerdo con el alcalde de Cúcuta, Jairo Yánez, en el último mes han salido hacia Venezuela por lo menos 50 mil venezolanos, provenientes de todas partes de Colombia, muchos de ellos vienen viajando incluso desde otros países como Ecuador.
Esta travesía supone un riesgo grandísimo pues en Norte de Santander ya hay 60 casos confirmados y cuatro muertes por coronavirus y la llegada masiva de migrantes venezolanos podría causar un brote mucho más fuerte de la enfermedad. Por eso a todas las personas que llegan a Cúcuta se les hace un chequeo médico y una vez atraviesan la frontera las autoridades sanitarias venezolanas hacen lo mismo.
La situación también tiene en alerta a las organizaciones de derechos humanos que trabajan en la frontera, las cuales advierten sobre la “bomba de tiempo” que se cultiva en Cúcuta ante la masiva y constante llegada de venezolanos.
“Cúcuta se va a convertir en una autopista para el contagio porque están llegando miles de personas en buses, cientos de personas caminando”, dijo José Luis Muñoz vocero de la ONG Red Humanitaria en entrevista con la Voz de América.
Afirma Muñoz que las personas que llegan caminando suponen un problema especial porque además de que exponen sus vidas atravesando los dos páramos que hay que cruzar para llegar a Cúcuta -el de Berlín y el de Almorzadero- cuando llegan al municipio terminan deambulando en su área metropolitana, convirtiéndose en un posible foco de contagio además de seguir poniendo en riesgo sus vidas al estar a la intemperie.
Dice que en vez de promover esta movilidad, los gobiernos colombianos, tanto locales como nacionales, deben “facilitar la cuarentena”, llevando hasta las casas las ayudas humanitarias de comida y otros auxilios para que los venezolanos no se vean forzados a regresar.
En esto coincide Eduardo Espinel, de Funvacuc, quien hace un llamado al presidente Iván Duque para que permita a los venezolanos que trabajan en Colombia tener los mismos beneficios que los colombianos, por ejemplo, en las medidas para el pago de los arriendos, logrando así que no sean expulsados de sus casas.
Coinciden en afirmar todas las fuentes defensoras de derechos humanos consultadas para este reportaje que además de todos los problemas que enfrentan los venezolanos para volver a su país, y lo expuestos que están a contraer la peligrosa enfermedad del Covid-19, al llegar también deben enfrentar los abusos del gobierno venezolano.
El riesgo de cruzar
Del otro lado de la frontera, los retornados lejos de dejar atrás el drama de su larga y tortuosa travesía, se están encontrando con una cruda realidad, recibir los malos tratos de su gobierno.
Las denuncias de abusos por parte de la guardia nacional de Venezuela, la sobre población que hay en Táchira, donde se concentran la mayoría de retornados antes de poder seguir su tránsito a sus diferentes ciudades de origen y la compleja situación de orden público en la frontera empeora el panorama para quienes hacen el viaje devuelta a su país.
Contrario a lo anunciado por Nicolás Maduro a principios de abril, cuando habló de recibir “con amor, cariño y todas las medidas preventivas” a quienes regresaran a Venezuela, lo que está pasando en los pasos de frontera es que las personas las tienen hacinadas en condiciones muy precarias y con riesgo alto de contagio.
Así lo ha reportado Bloomberg, recogiendo testimonios de personas que cumplen la cuarentena después de pasar a Venezuela y afirman estar sin colchones y asustados por los golpes y malos tratos que reciben si critican alguna medida.
Varios defensores de derechos humanos han criticado este trato por parte del gobierno venezolano, afirmando que tienen a los retornados en “condiciones de guerra”, razón por la que las organizaciones que desde Colombia trabajan con los migrantes del vecino país no promueven a sus connacionales que regresen al régimen de Maduro.
A esto se le suma la grave situación de orden público que hay en las fronteras, donde la presencia de grupos armados, tanto guerrilleros como paramilitares, supone un riesgo adicional para las poblaciones cercanas.
Entre el miércoles y el jueves de la semana que pasó, por ejemplo, unos 400 venezolanos salieron huyendo nuevamente a territorio colombiano luego de que circulara un audio amenazante por WhatsApp en el que un presunto comandante de Los Rastrojos, identificado como alias Camaleón, afirmaba que en el fronterizo pueblo de Boca de Grita (Táchira) comenzarían pronto combates y cualquiera que quedara entre el fuego cruzado moriría.
“A toda la comunidad de Boca de Grita le voy a pedir el favor que salgan del pueblo porque vamos a echar una arremetida, no respondemos por los civiles que mueran, vamos a echar una arremetida contra los boina roja (guardias nacionales de Venezuela). Así que prepárense para que peleen, diez días seguidos vamos a pelear con ustedes. Les habla ‘Camaleón’, primer comandante del bloque José Gregorio Hernández de Los Rastrojos”, decía el intimidante audio.
Junto con el audio también circuló un video que mostraba los cuerpos de varias personas, en su mayoría hombres jóvenes que al parecer habrían muerto por los combates que se presentaron en el sector.
Infobae pudo establecer contacto por chat con una mujer de una población cercana que afirmó escuchar disparos y fuertes explosiones, y haber visto a la guardia “sacando a la gente con los carros”. Ella, quien pidió guardar su nombre, no nos pudo confirmar la veracidad de las fuertes imágenes del video, pero sí afirmó que no es la primera vez que se presenta una situación similar, por lo que la gente tiene mucho miedo y está huyendo de nuevo hacia Colombia.
Dijo que a Boca de Grita llegó después de dos días de viaje desde Bogotá y de tres días más esperando en Cúcuta para pasar la frontera. En el pueblo venezolano lleva poco menos de una semana, pues espera encontrarse con familiares allí para seguir su camino hasta Caracas y que cuando salieron huyendo casi todo el pueblo estuvo tentada a hacerlo, pero tuvo mucho miedo, por lo que se quedó encerrada hasta que todo se calmó.
De los 400 venezolanos que cruzaron de nuevo a Colombia un grupo de unos 104 fueron albergados en un coliseo habilitado por la alcaldía de Puerto Santander (Colombia) y tras varios días empezaron a regresar controladamente a Boca de Grita, pues las autoridades garantizaron la seguridad del traslado.
De acuerdo con Migración Colombia en el país hay cerca de 1.825.000 venezolanos y oficialmente han salido por los pasos humanitarios habilitados 11 mil de ellos hacia Venezuela.
Aclara la autoridad migratoria de Colombia que cada día están permitiendo el paso de 400 a 500 personas aproximadamente y que la coordinación con las alcaldías es fundamental para que no se aglomeren de manera indiscriminada en Cúcuta.
Resaltan que el gobierno colombiano no está patrocinando el regreso de los venezolanos a su país y la política nacional es mantener la cuarentena para frenar posibles brotes del Covid-19, por lo que es voluntad de los venezolanos regresar y la asistencia prestada se hace desde una coordinación humanitaria con el vecino país.