En plena pandemia del covid-19, Amy Patterson, una mujer estadounidense de 38 años, ha recuperado los diarios de su tatarabuela Lucy Vandervort Cox, que sobrevivió a la gripe española de 1918, según un artículo publicado este mes en el medio local Maple Leaf.
“Esto viene directamente desde el corazón”, dijo Patterson a través de su cuenta de Twitter en relación con su escrito comparando ambas pandemias. “Me hizo tener esperanzas sobre nuestra situación en 2020”, añadió.
Los diarios de Cox, escritos entre 1899 y 1964, han pasado de generación en generación. En ellos se cuenta cómo era su vida en Wilmington (Ohio, EE.UU.) durante la gripe española y la Primera Guerra Mundial, marcada por el trabajo agrícola y la vida familiar.
La vida continúa en medio de un mundo en guerra
“No hay escuela a causa de la gripe española”, escribió la mujer el 7 de octubre de ese año. “La esposa de Leslie Dixon murió y dejó 10 hijos […] Ocho tumbas excavadas en Wilmington”, anotó seis días después. Al día siguiente relataría la muerte de varios vecinos.
Pero Cox también registró diversos eventos de la vida cotidiana como visitas a la ciudad y algunas bodas, lo que Patterson describe como una “señal de que la vida todavía continuaba, incluso en medio de un mundo en guerra”.
De hecho, una parte de los diarios está dedicada a la Gran Guerra. El hermano pequeño de Cox, Nicholas Vandervort, fue enviado a Francia para participar en dicho conflicto bélico, donde resultó herido varias veces, la última de gravedad. Dos años después regresaría a su hogar sano y salvo.
“Las cicatrices de la pandemia”
La gripe española causó estragos entre las tropas estadounidenses: se calcula que de las 53.402 víctimas mortales que sufrió EE.UU. en dicha contienda unas 45.000 fueron por esa enfermedad.
Patterson detalló que, puesto que en esa época no existían respiradores ni unidades de cuidados intensivos, los esfuerzos de salud pública se centraron sobre todo en controlar los comportamientos que pudieran propagar el virus, por ejemplo escupir, acción por la que se podía ser arrestado.
“Si bien una pandemia global que cierra las escuelas y las empresas parece un territorio inexplorado, muchas de nuestras familias todavía tienen las cicatrices de la pandemia de influenza de 1918”, aseguró Patterson, recordando que dicha enfermedad infectó a unos 500 millones de seres humanos —un tercio de la población mundial— y secobró la vida de al menos 50 millones de personas.
“Simplemente me pareció un buen momento para evaluar qué tan malo es esto en comparación con lo mal que lo tuvieron nuestros antepasados”, comentó la mujer.