Estudios comparativos de ciudades y países sitúan a Venezuela en un nuevo escalafón global, digno y propio de estudio para las generaciones futuras.
En Venezuela la vida es más costosa que en New York, pero nuestros servicios públicos son peores que los de Somalia. Semanalmente, por la violencia mueren más personas que en cualquier nación africana que se encuentre en guerra. El servicio de internet es peor que el de Haití y así sucesivamente, podemos pasar el día enunciando países que nos superan en diferentes estándares, para llegar a una conclusión obvia, pero que es importante que recordemos. Maduro y su modelo convirtieron al país más próspero del continente, en un país en ruinas muchos dirían que poco a poco lograron africanizarnos.
Otra característica propia de este régimen es utilizar el salario mínimo como herramienta esclavizadora, exactamente igual que hace tres siglos atrás, manteniendo a la población dependiente del Estado, obligados a estar inscriptos en un sistema para acceder a los bonos.
Una población sumida en la ignorancia, con autoestima muy baja, atemorizada ante un futuro incierto, sin opciones de crecer y desarrollar talentos para mejorar la calidad de vida y con un techo opresivo que le recuerde a qué clase pertenece. Esto es el socialismo del siglo XXI, este es el modelo de Maduro y su cúpula. Un modelo hambreador.
El primero de mayo, el régimen colocará en funcionamiento el nuevo ajuste salarial para el venezolano, que en resumen tendrá un valor de 4$ dejando una brecha de 28$ para poder adquirir los 27 productos que el mismo régimen colocó en control de precio.
Esta fórmula es diabólica, es decirle a millones de venezolanos que trabajan entre cinco y seis días a la semana, que muchos van y vienen a pies a su trabajo, que su sueldo alcanza para un kilo de carne y una mantequilla y, puede que deban prestar para completar el pago de estos dos productos.
Esa realidad nos deja nuevamente en un estado de fragilidad inaudito, donde los venezolanos venderán lo mucho o lo poco que les queda para llevar algo de comer a la mesa de sus casas. Según un estudio del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de Naciones Unidas (ONU), una de cada tres personas en Venezuela pasa dificultades para poner sobre la mesa la comida suficiente y que cumpla con el mínimo de nutrientes requeridos. En el país 9,3 millones de persona, aproximadamente la tercera parte de la población, padece inseguridad alimentaria moderada o severa.
Las remesas que vienen de afuera (en los casos que lleguen, recordemos que el mundo está en recesión) se volverán sal y agua. Veremos anaqueles vacíos y productos escasos. Y con la terrible cifra de que muchos venezolanos sólo comerán una o dos veces al día, porque simplemente no les alcanza y eso se dejó ver recientemente en Upata en el estado Bolivar, en la población de Guarero aquí en el Zulia y en tantas otras ciudades, donde la gente se está lanzando a la calle a protestar por la falta de alimentos. En Venezuela la gente tiene hambre.
Desde que Maduro destruyó el aparato productivo venezolano ha existido una hambruna generalizada en Venezuela, esta se vio paleada por el efecto de las remesas y porque cinco millones de venezolanos salieron por las fronteras buscando un horizonte mucho más próspero, sin embargo los venezolanos que aún estamos en nuestra tierra veremos un torbellino bastante complejo entre los precios, la escasez de productos y el alcance real de los salarios de los trabajadores.
¡Fuerza y fe!
@angelmachadove