Si hay algo que durante estos meses está desconcertando a los científicos que luchan contra la COVID-19 es el hecho de que, por lo menos en apariencia, el virus no mata igual en todas partes. ¿Por qué ha habido tantas muertes en Iltalia, Francia o España, y tan pocas en Alemania? ¿Por qué el virus se está cebando en Nueva York y parece mucho menos mortífero en otras zonas de Estados Unidos?
Por abc.es
Un equipo de investigadores de la universidad china de Zhejlang cree haber dado con la respuesta. Y es que, en su opinión, podríamos haber subestimado la capacidad del coronavirus SARS-CoV-2 para mutar hacia variantes más peligrosas y letales.
Cada vez que se replican, todos los virus sufren modificaciones genéticas aleatorias que afectan a parte de su genoma. La mayoría de esas mutaciones son menores y no alteran demasiado las capacidades y las funciones del virus. Y hasta ahora se pensaba que ese era también el caso del coronarivus responsable de la pandemia de COVID-19.
Pero según un estudio preliminar publicado hace solo unos días en el servidor medRxiv, esa es una idea equivocada. De hecho, los investigadores chinos opinan que el SARS-Cov-2 ha adquirido ya «mutaciones capaces de modificar sustancialmente su patogenicidad». Y han hallado que algunas cepas llegan a ser hasta 270 veces más virulentas que otras.
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