Como si fuera una dimensión paralela en la que se tuercen las leyes del mercado global donde los precios del oro van al alza, en la zona minera del estado Bolívar la cotización del metal se ha desplomado a la mitad a raíz de la cuarentena impuesta por el coronavirus. Pero, atención, que este ‘Black Friday’ no es para todos: solo le sacan provecho quienes han cartelizado el mercado áureo local mediante la coacción y el uso de dólares, desde pandillas del crimen organizado a guerrilleros o autoridades militares. Los mineros artesanales producen a diario y necesitan vender para sobrevivir, pero lo hacen a precios de liquidación porque las medidas de confinamiento han cerrado los canales de comercialización. Otros acumulan oro para asegurarse una próxima bonanza.
Por MARCOS DAVID VALVERDE / BRAM EBUS / armando.info
No hay baremos, precios tasados ni control. El mercado internacional del oro no llega al sur del río Orinoco, un microcosmos de Venezuela donde la única regla para la compra y venta del metal es que no hay ninguna, menos todavía cuando se endurecen las condiciones para la circulación de personas y bienes, como ha ocurrido con la pandemia del Covid-19. Es así como, a pesar de que fuera de las fronteras venezolanas el oro alcanza récords históricos, en las zonas mineras del estado Bolívar se vende por menos de la mitad.
Nada más el 30 de abril, agencias noticiosas internacionales reportaron el incremento del precio del oro y el cierre “de su mejor mes en cuatro años”. Al finalizar el primer cuatrimestre de 2020, subió 9% hasta alcanzar los 54,75 dólares por gramo (1.715,25 dólares la onza). La “flexibilización monetaria de los bancos centrales y la persistente preocupación por una recesión global”, explican las agencias, han determinado el alza.
Pero esto no se traduce en una buena noticia para los mineros artesanales del sur venezolano, que con palas y bateas a cuestas, expuestos a la amenaza permanente de los derrumbes de las minas (que este año, en Bolívar, han matado por lo menos a 13 personas) y a la amenaza nueva del coronavirus, tras jornadas de más de doce horas con el sol en la nuca, tienen que vender un gramo de oro entre 2,6 y 2,7 millones de bolívares, es decir, alrededor de 15 dólares, según la volátil tasa de cambio del mercado paralelo.
Hace dos meses un gramo se vendía en el mismo lugar por 30 dólares, un precio ya de por sí muy por debajo del internacional, pero el doble del actual. Que el efecto sobre la cotización del oro que tienen el coronavirus y del parón económico que trae consigo haya sido en la región exactamente contrario al del mercado internacional, solo tiene una explicación: mientras en mercados globales ese metal se convierte en el refugio más demandado para aquellos que auguran una fuerte recesión y una caída de las principales monedas de intercambio, en la zona minera del estado Bolívar es casi un commodity cuyo precio lo establece una rosca privilegiada de empresarios locales con anuencia gubernamental y complicidad de los militares de la zona.
Eso es siempre así. Pero nunca antes la diferencia entre las ganancias de los excavadores artesanales y las de los grandes compradores había sido tan desproporcionada como en estos tiempos de coronavirus, explica Néstor López, minero del municipio Sifontes.
Para entender esta dinámica en los precios en los pueblos del sur de Bolívar hay que entender una diferencia: la del oro minero frente al oro procesado. El primero, también conocido como oro amalgamado, es el que se extrae de la mina. El segundo es el procesado, ya fundido, analizado en un laboratorio y limpio.
Justamente es el primero el que venden los pequeños mineros. El segundo es el que rige los precios internacionales del oro.
Antes de la cuarentena que impuso Nicolás Maduro el 17 de marzo, un dólar en el mercado paralelo de Venezuela costaba alrededor 78.532,64 bolívares. Entonces, un gramo de oro “minero” se vendía por 2,4 millones de bolívares (30 dólares en promedio); el puro, en 45 dólares. Pero a finales de abril, con un dólar en los 185.000 bolívares como promedio, el precio del gramo siguió siendo de 2,4 millones de bolívares, equivalentes entonces a 13 dólares. En resumen: antes de la cuarentena, con un dólar se compraban 32,7 miligramos, hoy se compran 77 miligramos.
Consultadas por separado, fuentes de Maripa, Guasipati, El Callao, Tumeremo y El Dorado -localidades todas en el epicentro de la actividad minera al sureste de Bolívar- concuerdan en que el estancamiento de los precios del oro se debe a un acuerdo tácito entre los grandes compradores de la zona para no pagar más de 2,8 millones de bolívares por gramo -15 dólares entre finales de abril y comienzos de mayo- o grama, como le dicen en la zona a esa medida de peso.
“Estas personas recogen este oro que se compra aprovechando este momento de necesidad y tragedia y luego sacan buen provecho. Por ejemplo, en temporadas como Navidad se hacen millonarias muchas personas que aprovechan esas épocas, cuando se cierra la bolsa, y compran el oro barato y lo venden en enero cuando se reinicia la bolsa”, explica López.
Su hijo, también minero, refiere que en la penúltima semana de abril vendió el gramo de oro por 2,5 millones de bolívares, con transacción en efectivo. “Por transferencia aumenta: como 2,7 millones de bolívares y el fundido está en 6,3 millones”, equivalentes a 35 dólares, de acuerdo con la tasa paralela de ese mismo lapso.
Calcula que con la variación del dólar en las últimas semanas, “el oro de mina debería pagarse en 4,5 y hasta 5 millones de bolívares, es decir, unos 28 dólares. Hasta hace un mes se pagaba por 33 o 34 dólares por un gramo de oro. Hoy te dan 14. Sube el dólar pero no sube el oro”. El estancamiento, añade, se debe principalmente “al cierre de las fronteras de Guyana, Brasil y Colombia”.
En otras palabras, explica el minero usando una imagen: en época de Covid-19, el comprador, cuando compra un gramo, se lleva otro gramo gratis. Es la ganga del Coronavirus.
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