La tentación de utilizar la pandemia de COVID-19 para reforzar su control es grande para los regímenes autoritarios de Europa en este momento, pero una mala gestión de la crisis también puede socavar su poder.
De Hungría a Turquía, pasando por Rusia y otros expaíses soviéticos, el coronavirus plantea un desafío para estos regímenes, que a menudo atraviesan dificultades económicas y en algunos casos un aislamiento internacional.
Al inicio de la pandemia, “muchos pensaban que esta crisis iba a ser una bendición, a crear un terreno fértil para los autócratas, para que puedan acumular más poder”, señala Andrea Kendall Taylor, directora del programa de seguridad trasatlántica de Center for a New American Security (CNAS).
Pero todo indica que “esta crisis tendrá consecuencias desiguales entre los diferentes países”.
Marc Pierini, investigador invitado en el Carnegie Europe, añade: “La pandemia funciona como una radiografía mundial y revela fragilidades internas, algunas conocidas, otras escondidas, en los sistemas políticos, las políticas económicas o las relaciones extrajeras de muchos países”.
– ‘Momento vulnerable’ –
En Rusia y Turquía, Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan -ambos en el poder desde hace alrededor de dos décadas- deben resolver una difícil ecuación: frenar la propagación del virus sin hundir demasiado la economía y mantener su popularidad.
En Rusia, con más de 242.000 casos, la epidemia llegó cuando el presidente preveía celebrar un referéndum -que fue aplazado- sobre una controvertida revisión constitucional, que le daría, entre otros, el derecho de ejercer dos mandatos más cuando termine su actual, en 2024.
Según el Centro de análisis Levada, una ONG rusa, la popularidad de Putin ha caída a 59% frente a 68% en enero.
La pandemia llegó cuando “el régimen intentaba orquestar una transición para que Putin pueda permanecer en el poder. Esta transición es el momento más vulnerable para cualquier régimen autoritario”, señala Andrea Kendall Taylor.
“En países como Rusia, no veo cómo esto podría suponer un beneficio para el régimen”, añade.
– ‘Recesión post pandemia’ –
La pandemia será también un momento crítico para Erdogan, que tiene frente a él varios desafíos políticos, como la elección de nuevos alcaldes de oposición, y económicos, con la caída de la moneda.
Un punto positivo de la era Erdogan ha sido la mejora de las capacidades del sistema de salud turco y los responsables aseguran que la epidemia está bajo control y que los hospitales resisten bien.
El gobierno también utilizó la diplomacia de la “ayuda” enviando material médico a otros países.
Pero para Marc Pierini, esto “no esconde otras realidades más problemáticas”.
“Las decisiones pasadas en el ámbito monetario, las operaciones militares o los movimientos perturbadores en el Mediterráneo oriental han sido muy problemáticos. Serán aún mayores con la recesión económica provocada por la pandemia”, agrega.
– Vientos de represión –
Y la respuesta a estas nuevas dificultades en los países autoritarios es a menudo represiva, según la ONG, es decir menos libertades civiles y digitales.
Amnistía Internacional lanzó una alerta en un informe según el cual los gobiernos de Europa oriental y de Asia central responden a la pandemia con “medidas represivas y abusivas”.
La ONG de defensa de los derechos humanos señala que las autoridades de esas regiones “han utilizado los poderes que les otorga el estado de emergencia para acosar a los periodistas y cualquier persona que trata de compartir información”.
Señala, por ejemplo, el caso de Azerbaiyán y Rusia, que acosaron a medios sociales, periodistas y profesionales de salud que denunciaron las fallas en sus respuestas a la covid-19.
Los analistas temen también los efectos del confinamiento y de la búsqueda de las personas infectadas, lo que podría acarrear nuevas violaciones a las libertades civiles, sobre todo en el ámbito numérico.
“Si el régimen de Putin y más ampliamente los regímenes autoritarios logran salirse con la suya, saldrán más represivos, menos liberales y más cerrados”, estima Kendall Taylor.
AFP