Una oposición demencial pareciera ser la pócima milagrosa que cura las heridas mortales que ha sufrido Maduro, a lo largo de estos últimos 8 años. No faltan los que, de buena fe, inculpen esas fallas a la “carencia de unidad”. Eso no se corresponde con los hechos que terminan imponiendo con su terquedad la verdad, ante todas las conjeturas respecto a si hay o no suficientes entendimientos. Porque si algo habido en Venezuela para enfrentar a esos delirantes dictadores, ha sido precisamente unidad. Las últimas muestras de ese carácter unitario evidente fueron las siguientes:
1. Unidad para postular candidatos al parlamento en septiembre de 2010. La oposición ganó en números de votos al chavismo en esos comicios.
2. En 2012 selección en primarias del abanderado presidencial de la Unidad en las que participaron más de tres millones de ciudadanos. El mundo entero quedó boquiabierto ante semejante jornada cívica con sobresaliente actitud unitaria.
3. Ratificación del candidato presidencial por unanimidad para enfrentar a Maduro en las elecciones sobrevenidas del 14 de abril de 2013.
4. Unidad para presentar candidatos a las elecciones parlamentarias del 2015.
5. Unidad para respaldar a Juan Guaidó como presidente interino desde el 23 de enero de 2019.
¿Qué ha pasado entonces? Que la dirección política que administra esa unidad altera en el camino la estrategia previamente concebida para salir de la dictadura. Recordemos que en diciembre de 2005, se decidió no participar en procesos electorales hasta que no se remediaran los brotes fraudulentos detectados en el aparato electoral montado por el régimen en el CNE. ¿Y qué ocurrió 4 semanas después? Que esa misma dirigencia opositora resolvió meterse en un pugilato por la candidatura presidencial que terminó recayendo en Manuel Rosales, quien compitió con Hugo Chávez en diciembre de 2006. Eso fue un brusco cambio de seña.
Esa misma peripecia se dio en el transcurso del año 2016. La idea fija en la mente de los millones de venezolanos que acudieron a sufragar por listas de candidatos avaladas por La Unidad, era que de ganar, como aconteció, se procedería a crear las condiciones elementales para salir de la dictadura de una vez por todas. Lamentablemente, no se tenía una agenda definida, aun cuando todo indicaba que arrasaríamos en esa justa decembrina. Y fue así, nos alzamos con las dos terceras partes del parlamento nacional. Esa esperanza se fue desparramando entre intentos fallidos de revocatorios, diálogos, negociaciones, plebiscitos, Constituyentes y elecciones regionales fraudulentas.
En conclusión, la verdad es que unidad sin estrategia, sin propósitos compartidos, más allá de las maniobras grupales o ambiciones personales, no sirve sino para hacer el triste papel de darle respiración artificial a un moribundo régimen que reanimamos con esos dislates o errores sospechosos que se vienen acumulando año tras año.
De una vez dejo clara mi posición ante la pretendida formula de ir a elecciones parlamentarias con el pretexto de que “son legales”, cuando bien se sabe que en Venezuela persiste un estado de excepción, en donde el régimen no respeta la Constitución Nacional que sólo invocan cuando les conviene, ese régimen que mantiene, con la perruna colaboración de sus entes domesticados, al parlamento bajo la figura siniestra del desacato. También argumentan que “si Maduro desconoce el triunfo, será una muestra ante la comunidad internacional de que su régimen es ilegitimo”. ¡Por Dios! Ya hemos dado muchas pruebas de que somos cívicos y pacifistas. ¿Hasta cuándo vamos a seguir dando pruebas de sacrificios?
La estrategia original, la valida, la que los mismos diputados colocaron con letra grande y subrayada en el Estatuto Para La Transición, es el Cese de la usurpación. Conformes estamos de que solos no podemos, también estamos concordes en la caracterización del régimen de Maduro como corporación criminal, por lo tanto, no sigamos vacilando a la hora de reclamar para liberar a nuestro país la conformación de una Coalición Internacional, con la fuerza indispensable capaz de doblegar a estas mafias. Y punto.
@alcaldeledezma