El coronavirus no es lo único que preocupa a las personas en Venezuela. Mientras que en el resto del mundo los gobiernos y sociedades se mueven con el objetivo de frenar el impacto del COVID-19, en Venezuela este parece ser una preocupación menor, pues las personas están ocupadas pensando en una sola cosa: que es lo que van a comer.
Por Osman Rojas D. | LA PRENSA de Lara
Aunque esto pareciera un pensamiento egoísta para el venezolano, la realidad es otra. La dramática situación económica que vive el país hace que las personas se levanten todos los días con la necesidad de buscar ingresos para sobrevivir al día. Una necesidad que obliga a las personas a violar la cuarentena.
“El coronavirus es lo que menos le preocupa a los pobres en Venezuela”, fue la confesión que hizo la señora Irene González, ama de casa que salió de su vivienda ubicada al norte de Barquisimeto para ir al centro a vender mango verde con sal. “Tengo un árbol en la casa y agarré algunos para ver si compro una harina. Esa es la preocupación que tengo ahora mismo. Poder conseguir la cena de esta noche”, dijo.
Según una encuesta realizada por el diario LA PRENSA de Lara, en la gran mayoría de hogares se come dos veces en el día. Ocho de cada diez personas aseguran que sólo comen carne o pollo una vez por semana. Nueve de cada diez encuestados dicen ser dependientes de las cajas o bolsas de comida que entrega el Gobierno nacional y diez de diez encuestados confiesan que con sus ingresos no pueden hacer un mercado que les garantice estar una semana en casa guardando la cuarentena social.
“Para los que están enchufados es muy fácil quedarse en casa y pedirle a la gente que no salga. Pero a los que tenemos niños pequeños o esposas que mantener nos mueve la obligación de saber que hay que alimentarlos”, confesaba el señor Víctor Sánchez, uno de los cientos de vendedores ubicados en el centro de la ciudad.
Lo que más le preocupa a las personas es la postura silente adoptada por las autoridades. Aunque diariamente hay quejas en las redes sociales por la calidad de vida de las personas y todos los días se ve a gente comiendo de la basura, todavía no hay un plan por parte de las autoridades que garantice a la población el suministro diario.
Según dicen las personas, las cajas o bolsas de comida llegan una vez al mes y el suministro se termina en menos de una semana. Los bonos, que son entregados de forma periódica, son los más bajos del mundo y alcanzan, cuando mucho, para comprar un medio cartón de huevos.
“Es como vivir una pesadilla. Los productos suben cada día y uno debe encontrar la manera de sobrevivir. Hasta hace unos tres meses lo único que se comía en la casa eran granos, pero ahora no se puede porque un kilo de cualquier cosa vale 250 mil bolívares. Tenemos que buscar alternativas”, relataba el señor Julio Castillo, mecánico consultado por LA PRENSA.
El señor asegura que, al igual que cientos de miles de venezolanos, sus ingresos se vieron congelados por la cuarentena lo que le hace estirar al máximo el poco dinero que se pueda conseguir. “Uno debe ahorrar. En este país el hambre es más fuerte que el virus”, suelta.
David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, advirtió sobre esta situación el pasado mes de abril al asegurar que 7,9% de la población venezolana (2,3 millones) registraba inseguridad alimentaria severa.
Adicionalmente, 32,3% necesita ayuda para acceder a alimentos indispensables para una dieta apropiada.
Cuarentena no frena la indigencia
La indigencia sigue creciendo en Venezuela. Aunque desde el pasado mes de marzo el Gobierno nacional pidió a las personas no salir a las calles si no es algo necesario, en la región se ha hecho frecuente ver a personas comiendo de la basura.
En el centro de Barquisimeto o en los mercados populares las personas en condición de calle buscan cerca de las carnicerías para agarrar los pellejos y sacar algo de provecho. Los sitios de comida rápida también son cazados al igual que las inmediaciones de edificios.