Aunque todavía no haya llegado al nivel de su padre, el príncipe Carlos, o de su tía, la princesa Ana, que acuden cada uno a más de quinientos actos al año, no cabe duda de que a estas alturas de su vida el príncipe William cuenta con muchísima experiencia hablando en público gracias a su posición dentro de la monarquía.
Por Glamour
“Siempre quieres que todo salga bien, y no equivocarte porque hay mucha gente escuchando lo que vas a decir y además puedes ver a algunas personas justo delante de ti”, ha confesado en el documental ‘Football, Prince William and our Mental Health’. Eventualmente empezó a ser capaz de relajarse y, en retrospectiva, lo asocia a un curioso detalle: el deterioro de su vista que le permitía engañarse a sí mismo fingiendo que no había muchísimas personas mirándolo fijamente.
“Comencé a ver cada vez peor con la edad, y antes no usaba nunca lentes de contacto cuando estaba trabajando, así que cuando hablaba en público en realidad no podía distinguir a nadie. Me ayuda porque solo veo un montón de rostros borrosos y no puedes establecer contacto visual. A ver, puedo ver lo suficiente para leer los papeles que tengo delante y cosas así, pero no puedo ver con claridad toda la habitación. Eso es algo que me ayudó mucho a lidiar con mi ansiedad”, ha explicado.