Las estaciones de servicio premium en Lara resultaron ser todo un fracaso, pues ni el pago en dólares y a precio internacional garantiza que el conductor pueda equipar su vehículo. Esto ha generado un caos en las bombas “dolarizadas” durante los primeros cuatro días del plan de abastecimiento anunciado por Nicolás Maduro.
Por María B. Jordán | LA PRENSA de Lara
Larenses aseguran que acuden a las estaciones donde se paga a 0,50 centavos de dólar por litro y cuyo pago lo hacen con la moneda norteamericana, para tener la posibilidad de surtir sus carros, lo que es un sueño muy lejos de realizar, pues se tienen que enfrentar a kilométricas colas y muchos de ellos se devuelven a casa con el tanque vacío porque no aguantan sed, calor, estrés y en ocasiones peleas con funcionarios de seguridad que priorizan carros oficiales o con la viveza criolla que intenta colearse.
La gente relata que tienen que madrugar para empezar hacer la cola e incluso hay quienes se alistan desde el día anterior y pernoctan en las estaciones de gasolina premium.
“Aunque la cola esté larga lo hacemos porque tenemos más posibilidad que una de las subsidiadas, esas colas son peores”, dijo Elena Ramírez, mientras esperaba su turno bajo la sombra de un árbol en una de las estaciones de la avenida Venezuela con Bracamonte.
“Esto se salió de las manos, se supone que si se va a cancelar tanto dinero por un servicio es para tener comodidad, pero eso no existe, igual tenemos que formarnos en enormes filas. Esto es un fracaso y eso que es la primera semana”, señaló.
Los choferes llegan con sus carros a las estaciones de servicio premium sorteando dificultades, unos lo llevan remolcados, otros con los pocos litros de gasolina que tienen en la reserva con la esperanza de poder surtir pero resulta que la realidad los golpea en la cara, pues las filas son casi del mismo tamaño que las estaciones donde venden gasolina subsidiada, es decir a Bs. 5 mil el litro.
Con retraso
Cuando sale la luz del día los guaros sienten que el caos y el estrés acabó, otro sueño remoto, pues tienen que lidiar con hambre, esperar que las estaciones de servicio abran y en casos extremos rogar a Dios que la gandola de combustible llegue a surtir.
En la estación de servicio Caseteja la cola de ayer atravesaba el peaje de El Cardenalito, y seguía hasta la Circunvalación Norte. Choferes en cola tuvieron que esperar hasta las 9:00 am cuando empezaron a surtir.
En el caso de las estaciones de servicio de la avenida Venezuela el retraso es similar. “Yo estoy aquí desde el miércoles y no he podido surtir porque la gasolina no llega, sólo pasaron como 100 carros y nosotros quedamos por fuera”, dijo Olga Pérez, quien añadió que pudo avanzar en la cola porque la gente cansada por la espera abandonó la fila.
Pérez relató que se siente engañada porque pasan hasta dos día en una cola para ver si logran surtir, pues el espejismo de la “normalidad” en las estaciones de gasolina en Barquisimeto sólo fue el primer día.
Se organizan
Para que los más “pilas” no lleguen a meterse en la cola sin haber pasado todas las necesidades de los que ya tienen horas y hasta días esperando, los mismos conductores se han organizado en las estaciones de servicio y hacen listas y numeran los vehículos en el parabrisas para así ir llevando un control y lograr que la cola, aunque es kilométrica, pueda fluir con rapidez.
Corren riesgo
Quienes hacen la cola en la estación de servicio Caseteja comentan que los que quedan en la parte de la Circunvalación Norte corren riesgos, pues tanto los vehículos como las gandolas que pasan en la autopista van a alta velocidad.
“Nosotros tenemos que hacemos señales para que los conductores bajen la velocidad, en especial en las curvas porque ellos a lo mejor no saben que estamos en la cola y puede ocurrir un accidente”, dijo Manuel Rodríguez, quien ayer hacía la cola en la Circunvalación norte, a la altura del desvío hacia Cabudare.
Rodríguez detalló que ningún organismo de seguridad hace rondas para ver cómo van las colas y que ni siquiera colocan un cono para alertar a quienes van en alta velocidad por la autopista.
Carlos Betancourt, quien estaba en una cola desde el miércoles, señaló que se reúnen en grupos grandes para cuidarse unos con otros y evitar cualquier tipo de robo o hurto.
Otros se van equipados con comida y agua para no pasar tanto trabajo. Hay quienes llevan su vianda, mientras que hay otros a los que algún familiar les lleva alimentos y le hacen relevo.
Hay gente que se lleva sillas y banquitos para tener mayor comodidad mientras hacen las colas, otros hasta llevan sombrillas para no estar tan expuestos al sol, mientras que hay otros que no dejan su cobija y almohada para pasar la noche.