Hace apenas tres meses Serge Dumas tenía un problema: cómo mantener el ritmo récord de la demanda de los tornillos y pernos metálicos que su pequeña empresa de componentes aeroespaciales fabrica justo al norte de Toulouse.
Ahora, el jefe de Gillis Aerospace se pregunta cómo mantener a sus 45 empleados ocupados mientras la capital aeroespacial de Europa se tambalea por la caída en picado de la demanda de aviones de pasajeros causada por la crisis del coronavirus.
“En febrero estábamos en la cresta de la ola y nos manteníamos al día con los pedidos”, dijo Dumas, refiriéndose al ritmo de trabajo a toda máquina al que operaba la cadena de suministro de componentes aeroespaciales.
“En unos pocos días pasamos de acelerar a fondo a pisar el freno. Nos quedamos atónitos”.
Ahora su empresa, que recientemente se asoció con el grupo alemán Boellhoff, ha suspendido una inversión de 800.000 euros (906.700 dólares) en una nueva planta y maquinaria.
Con unos ingresos anuales de 5 millones de euros, Gillis Aerospace es una de las miles de pequeñas y medianas empresas perjudicadas por la crisis, mientras el Gobierno francés y los bancos privados ultiman un fondo de 1.000 millones de euros para ayudar al sector.
En toda la región circundante de la Occitania, un total de 40.000 puestos de trabajo del sector aeroespacial están en riesgo, la mitad de los cuales podría afectar a Airbus, con sede en la capital regional de Toulouse.
En la cuarta ciudad más grande de Francia, en su día floreciente gracias al auge de la industria del transporte aéreo, cunde la alarmada ante los rumores de que podría sufrir un destino similar al de Detroit, la ciudad de Estados Unidos devastada por la recesión de la industria automovilística.
Aunque la red de seguridad social de Europa es más fuerte, la experiencia de Detroit pone de relieve una cuestión apremiante: cómo una ciudad construida en torno a una sola industria puede entrar en una espiral de decadencia cuando ese sector se ve afectado por los avatares económicos.
Cuatro instituciones de investigación y asociaciones dieron la alarma en mayo, advirtiendo que la zona podría sucumbir al “síndrome de Detroit”. Observaron sin embargo que Airbus, hasta arriba de pedidos por el efecto rebote del debilitamiento de su rival Boeing tras la inmovilización de su modelo 737 MAX, ha evitado el tipo de errores estratégicos que empeoraron la situación de los fabricantes de automóviles de EEUU.
Con un estatus similar al actual de Toulouse en Francia, Detroit fue una vez una de las ciudades más ricas de Estados Unidos. Pero tras décadas de recortes de empleo y cierres de fábricas de automóviles, los 700.000 habitantes de la ciudad del medio oeste estadounidense representan menos de la mitad de su pico poblacional de 1950, con muchos residentes viviendo en la pobreza.
“En este momento, la subcontratación aeroespacial representa 86.000 puestos de trabajo en Occitania y Airbus compra 5.000 millones de euros en piezas a nivel local”, dijo Alain Di Crescenzo, presidente de la Cámara de Comercio Industrial de Occitania (CCI, por sus siglas en francés). Los fabricantes de aviones emplean a otras 30.000 personas.
“Cuando Airbus tose, todos se enferman”, dijo.
La CCI estima que Airbus reducirá a la mitad la compra de piezas este año. Para los proveedores que deben hacer frente a préstamos, estos recortes podrían ser devastadores.
“Reducir la actividad a la mitad equivale a 40.000 empleos directos a nivel local y lo mismo para los empleos indirectos”, dijo Di Crescenzo.
Airbus rechazó hacer comentarios. Reuters