“El verdadero Calvario para el venezolano comienza exactamente a la mitad del puente, donde están las vallas que separan a Venezuela de Colombia”. “No hay distanciamiento, no hay ningún tipo de protección”.
Por Héctor Escandell Marcano | Radio fe y alegría
El que habla es Víctor, se fue a Colombia para luego volar a los Estados Unidos. La pandemia cambió sus planes y los de su familia. En Bogotá se consumió los ahorros, la cuarentena le impidió trabajar. Su relato es crudo, no hay resguardo. Hace más de un mes comenzó la odisea de regresar a su país.
Antes de la pandemia, Víctor estaba decidido a dejar su tierra para trabajar por un futuro mejor para su familia. La de él, es una historia de las miles que se sacan del sombrero de la migración. Este hombre es una víctima de la emergencia humanitaria, una presa de la insaciable crisis venezolana. Tiene 40 años y se define como un trabajador. Emigró por necesidad y volvió por lo mismo.
“Dios quiera que este audio les pueda servir”, dice al cierre de su mensaje de WhatsApp, el que nos envió a la redacción para narrar su historia. A quienes están en Colombia y quieren regresar les dice: “Tomen previsiones, traigan agua y comida para varios días, también utensilios para cocinar”.
Salir de Bogotá
A mediados del mes de mayo salió de Bogotá. Conseguir un transporte le costó una semana de espera. “No había buses para salir”. Dice y toma aire para narrar la travesía. En la capital colombiana fue sometido a una prueba rápida para descartar coronavirus. Dice que a los venezolanos los atienden funcionarios policiales, “se guarda el distanciamiento, en el terminal de pasajeros se hace todo lo que dice la Organización Mundial de la Salud”. Asegura con aplomo.
Del trayecto Bogotá-Cúcuta no hay mayor sobresalto. Es lo más parecido a un viaje “normal”. Al llegar a la capital del Norte de Santander se repitieron todos los protocolos. En el peaje de la ciudad “fuimos recibidos por Migración Colombia y por la Policía Nacional”, les tomaron la temperatura y los revisaron para detectar algún síntoma que indicara alarma de COVID-19. Después, los escoltaron directamente hasta el Puente Internacional Simón Bolívar”.
Ya estando en el puente, una organización no gubernamental los atendió y les entregó agua y comida “para varios días de camino”. Asegura Víctor, quien sentencia: “Hasta allí, todo normal”.
La narración de este migrante es calmada. Transmite el cansancio de semanas de incertidumbre.
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