¿Qué diferencia a estos “cripto” medios de pago del dinero común y corriente?
El dinero “común y corriente” se llama dinero “fiat” (palabra que se origina del latín y que significa hágase). Es dinero por decreto. Un estado decreta que ese papel es dinero y es emitido por un banco central. En el caso de las criptomonedas, éstas son emitidas por particulares, ya que no es dinero formal. Su validez no proviene de un decreto de un estado, sino de la disposición que los particulares tengan de aceptarlo como medio de pago. Desde el punto de vista formal, no es diferente de entregarle a alguien un papelito con nuestra firma y decirle que es válido como medio de pago. La diferencia radica en la penetración general, y la credibilidad gracias a su tecnología. Ésta elimina la necesidad de un órgano que compense las operaciones, ya que se registran de forma tal, que se compensen automáticamente. Este dinero circula y funciona por la voluntad de los particulares.
¿Tiene consecuencias económicas y financieras este fenómeno?
Por supuesto. En primer lugar los bancos centrales no pueden controlar la cantidad de dinero en criptomonedas circulando en la economía de manera absoluta, lo cual les limita su poder de intervención en la economía a través de políticas monetarias. En segundo lugar, nos convierte a todos en potenciales emisores de dinero. Tercero, limita el control de “seguridad” transaccional por parte de las autoridades. Cuarto, disminuye los costos de transferencia ya que el emisor no recibe ganancia o “señoreaje” por emitir el dinero. Quinto, imprime velocidad a las transacciones internacionales, ya que éstas no son limitadas para control por parte de las autoridades financieras. Y con respecto a su efecto en la economía real, cabría realizar algunas reflexiones: por ser dinero circulando contra los mismos bienes y servicios disponibles y contra las mismas expectativas, absorbe simplemente parte del valor del dinero fiat. Es el equivalente a emitir dinero por parte de los bancos centrales contra la misma economía. Es decir, la proliferación de criptomonedas genera un factor inflacionario en los precios de los bienes y servicios en moneda fiat o de curso legal. Así mismo, genera un factor de creación de valor por las mismas razones (genera un efecto acelerador de la economía).
¿Y el Petro qué es? Lo emite un estado y no particulares
El petro es un medio de pago electrónico que funciona como unidad de cuenta, emitido por una instancia del estado, que pienso, generará dudas sobre su competencia. En Venezuela, la emisión de deuda pública debe ser aprobada por la Asamblea Nacional. Así mismo, no fue el Banco Central de Venezuela quien emitió este instrumento ¿Podría una instancia del estado sin competencia en materia de endeudamiento público emitir criptoactivos? ¿Actuaría como particular? Aún así ahí está, así que sigamos con las consideraciones: ha sido implementado por decreto, eso significa que aún cuando no esté emitido por un banco central, se parece al dinero fiat. Por otra parte, no genera minería ya que la cantidad disponible de Petros fue establecida por el gobierno y las monedas son emitidas directamente. Se estableció una especie de anclaje disfrazado de garantía, en base de los precios del petróleo al principio, y producto de la alta volatilidad de dichos precios, de una canasta de minerales, posteriormente. Como es emisión monetaria pública (si no actúa la instancia emisora como particular, que parece ser el caso) está siendo lanzada contra los mismos bienes y servicios disponibles, contra las mismas reservas internacionales del país y contra las mismas expectativas económicas. Entonces cabe otra pregunta ¿Quién garantiza que no salga una serie Petro 2, o Petra, o Petronio, aumentando la masa monetaria disponible en la economía? Este gobierno ha demostrado mucha incompetencia, pero si algo ha sido emblemático es la fáctica dolarización y la inflación desenfrenada por su irresponsable manejo monetario, con la consecuente desaparición del Bolívar. La verdad, es que con la actual dolarización de la economía, el Petro internamente es dinero fiat sustituto triste del bolivar, y a nivel internacional no es más que un papelito con la firma de un gobierno, es decir un vale. Y si le sumamos la prohibición del gobierno de los Estados Unidos de Norte América de recibirlo a nivel internacional, pareciera no muy efectiva esta herramienta de financiamiento público. En fin, parece el Petro dinerito fiat, emitido grisáceamente por una instancia inadecuada, de manera presurosa, que funciona con tecnología “Blockchain” y que hasta ahora sólo ha engordado de masa monetaria a una economía que sigue decreciendo, con las consecuencias que ya conocemos.
Hay muchos gobiernos interesados en emitir criptomonedas y/o criptoactivos
¡Pero claro! Tienen años haciendo pruebas para no improvisar. Tienen varias razones para querer tener sus criptomonedas y/o criptoactivos. En primer lugar, permitiría realizar las transacciones de manera electrónica lo cual eliminaría el dinero fiat físico (el cash). Esta tendencia es muy fuerte en Europa, hay localidades donde han eliminado casi por completo las agencias bancarias y los telecajeros automáticos, abaratando los costos bancarios y de emisión de papel moneda. Permitiría a los bancos centrales circular tokens digitales a la banca comercial, lo cual les resultaría en transacciones interbancarias más efectivas. No menos importante, supondría la posibilidad para los bancos centrales de emitir tokens de uso general para así brincar a la banca comercial. Sería un banco central actuando directamente con las cuentas del público en general. Por último, al ser una tendencia aparentemente permanente, al perder valor el dinero fiat como consecuencia de las criptomonedas y criptoactivos, es mejor tener parte de ese mercado representado en criptomonedas y/o activos propios que de terceros particulares, precisamente para mantener cierta capacidad de maniobra monetaria. Y por otra parte, en la medida en la cual las criptomonedas y los criptoactivos toman fuerza como medio de pago internacional, disminuye el señoreaje del dólar, imperante como medio de pago internacional desde los acuerdos de Bretton Woods, luego de la segunda guerra mundial.