La política de La Habana sobre la situación limítrofe entre Guyana y Venezuela siempre ha sido pro-guyanés; ellos siempre calificaron como una “actitud expansionistas e imperialista” los reclamos que los gobiernos democráticos habían realizado sobre la disputa en la frontera oriental del país.
La política de Fidel Castro siempre estuvo orientada en apoyar el expolio guyanés en contra de Venezuela y cohesionar a las repúblicas del caribe a favor del robo descarado en contra del territorio venezolano.
Esta misma línea continuó a pesar de las cercanías entre el dictador cubano y Hugo Chávez Frías, y es aquí que empezamos a entender la posición flexible, lenta, retraída y tímida de Miraflores con relación a la Zona de Reclamación.
Durante años el tema se fue extinguiendo en las políticas del Estado venezolano permitiéndole a Georgtown avanzar en la posesión irregular de gran parte del suelo venezolano.
La dejadez de Miraflores dio cabida a que los guyaneses emprendieran una política ilegal de concesión a diversas empresas transnacionales para la explotación de los recursos minerales y forestales de ese vasto territorio venezolano.
Frente a semejante realidad, no quedan más palabras que calificar de desleales a quienes se hacen llamar revolucionarios, debido a que al responder a los intereses de Cuba han cedido, sin pelear y sin chistear, una tierra que es venezolana y dejado que los guyaneses se enriquezcan con el oro, diamantes, bauxita y petróleo de esa enorme zona venezolana.
Es por consiguiente necesario que se tomen las acciones necesarias para que se rescate, a como dé lugar, el Esequibo, que histórica y legalmente es parte de la República de Venezuela.
Hemos llegado a pensar que solamente la salida de los usurpadores del poder es el camino para que rescatemos el Esequibo y con él la dignidad de un pueblo que sigue sumido en el abandono, en la miseria y en la destrucción que solo tiene cabida en los regímenes socialistas.
No existen más traidores que aquellos que levantan las banderas del socialismo, porque para ellos no hay más nación que sus propios intereses de casta política, de cofradía ideológica. No existe más meta que el beneplácito de la colonial comunista, que anteriormente era la Unión Soviética y que para los neosocialistas de criollos es Cuba.
El régimen solo levanta las banderas del rescate del Esequibo como un artilugio para encandilar y olvidar otros temas, como una cortina de humo, como una ilusión para ganar tiempo y para reforzar su posición en aras de concretar su único deseo, el de perpetuarse en el poder y seguir siendo un dócil proveedor de los cubanos.
Y es que para ellos no les importa destruir nuestro país, dividirlo socialmente, expoliarlo territorialmente, a ellos solo es importe seguir en el usufructo llano y simple del poder, seguir gozando con las necesidades y las calamidades de los ciudadanos venezolanos.