La situación “después de la muerte” en Venezuela es sumamente delicada, pues las morgues en el país no poseen los insumos necesarios para atender los más de 100 cadáveres semanales que llegan a dichos sitios.
lapatilla.com | Katerín García
En estas instituciones los cadáveres explotan debido al estado de descomposición, son lanzados al piso desde la camillas y acumulados unos encimas de otros “Estamos full y las cavas no sirven”, manifestaron los trabajadores de la morgue de Bello Monte, asimismo indicaron “Son más de cien cuerpos que llegan semanalmente para revisar y atender sin guantes ni hilo para coser”.
Cabe destacar, que el 70 % de los cadáveres que llegan a los tanatorios del país provienen de hechos delictivos con heridas provocadas por armas de fuego, por lo tanto de estas estadísticas se determina que “Venezuela es uno de los países más violentos de mundo”; resulta que para el 2019 fueron contabilizados al menos 5000 muertes en manos del hampa o cuerpos de seguridad del estado.
Sine qua non, desde el rico hasta pobre pasa por el proceso donde recoger el cadáver, abrirlo; sacar los órganos y depositarlos en una bolsa negra, para una vez detectada la patología de la muerte introducir dicha envoltura dentro del cuerpo que será cosido con una agua zapatera, ensartada con pabilo, llamado el “descanso eterno” podría doler, pues al finalizar, simplemente es lanzado al piso como cualquier otro animal, así culmina la autopsia.
Luego, es trasladado en una furgoneta denominada por la mayoría de los venezolanos como “El carro de drácula”, que pasea por las calles de Caracas y es costumbre que la gente se percine al ver una de estas camionetas que llevan al muerto a su velatorio.
Una vez en la funeraria, el cuerpo es lavado y vestido para darle “el último adiós” y ser trasladados al cementerio o cremados.
Lamentablemente, en la actualidad el costo de morir sobrepasa el alcance de la cobija que recubre a los venezolanos, ya que para ser enterrado es necesario tener al menos 1500 dólares, mientras la cremación parte desde 800 dólares, regateando.
Sin embargo, es dichoso el que sea cremado, pues en Venezuela las tumbas son profanadas por personas “religiosas” con el objetivo de extraer los huesos de los muertos para realizar rituales de brujería.
En pocas palabras, el descanso eterno no existe en Venezuela.
