ABC: La dinastía rojita, de Nicolás Maduro a “Nicolasito”

ABC: La dinastía rojita, de Nicolás Maduro a “Nicolasito”

Foto archivo: REUTERS/Fausto Torrealba 

 

No podríamos comprender el carácter de la dictadura de Nicolás Maduro si no nos detenemos en el peso y la incidencia que los factores familiares han tenido y tienen en el modo en que abusan del poder y las riquezas venezolanas. Cierto es que el nepotismo y el clientelismo parental es propio de los poderes dictatoriales. Pero este es un caso que sobrepasa a sus antecedentes por la cantidad de enchufados que se han lucrado y lucran, por el descaro con que han actuado y actúan, y, muy relevante, porque algunos de ellos no han dudado en romper los límites de la legalidad.

Por ABC

Recordarán los lectores que, en el 2008, el sindicato de trabajadores y empleados de la Asamblea Nacional denunció que casi 50 familiares de Cilia Adela Flores fueron ingresados en la nómina de esa institución. Se necesitarían muchas páginas para describir los cargos y prebendas que han otorgado a Walter Gavidia Flores, el violento ex esposo de Cilia Adela Flores, y de forma muy destacada, a uno de los hijos de ambos, Walter Gavidia Flores, juez y figura clave en la gestión de contratos gubernamentales del sector de la construcción, entre muchas otras titularidades.

Uno de los capítulos más destacados de este asalto familiar es, sin duda, el caso de los sobrinos de Cilia Adela Flores, Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, que intentaron introducir 800 kilos de cocaína en Estados Unidos, a finales del 2015, por la ruta Venezuela-Honduras-Estados Unidos. Cuando fueron detenidos, la señora Flores dijo que habían sido «secuestrados» y que presentaría pruebas en el tribunal que llevaba la causa: nunca aparecieron.

Toda esta relación, que podría abultarse, por ejemplo, con la investigación todavía en curso, del caso del banquero Matthias Krull, que habría negociado lavar alrededor de 200 millones de dólares pertenecientes a hijos de Cilia Adela Flores e hijastros de Maduro, y muchos otros episodios, son ilustraciones, ejemplos de la cuestión de fondo: la asunción por parte del núcleo principal de la dictadura, de que el país es un coto privado para goce ilimitado y engorde de un clan familiar. Entienden el poder como botín: riquezas que deben ser capturadas, del modo que sea, de forma irrestricta, y sin que nadie intente poner final al aprovechamiento. De hecho, la técnica que hace posible semejante descontrol, no es otra que la de permitir a otros -altos funcionarios militares y del poder judicial-, que actúen del mismo modo.

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