Que sepamos, hubo discusión en torno a lo que puede llamarse el abanico de escenarios para un gesto precursor en toda Iberoamérica. Se tomó la decisión conscientemente, empleando la ruta del coraje. No hubo otra, sino la del coraje. Esto es necesario subrayarlo porque nadie, en su sano juicio, planteó una negociación con la Corona española, ni suscribió acuerdos secretos con sus representantes y, mucho menos, hizo negocios con la propia declaración. Por ello, como diputado hoy por el estado Monagas, me siento heredero de los congresistas de 1811 que no andaban lloriqueándole a las autoridades españolas.
Ahora, planteada la propia desintegración de Venezuela por las mafias socialistas, sentimos la patria en lo más íntimo. Independencia frente a esas mafias, sus terroristas y narcotraficantes que tienen invadida a Venezuela. Este es el grito que se escucha en lo más hondo del corazón. Empuñamos el Acta de la Independencia para salir adelante con la Operación de Paz y de Estabilización (OPE).