Gustavo Tarre Briceño
July 12, 2020
Hace algunos días el Parlamento Europeo, que desde hace varios años ha respaldado las luchas por el restablecimiento de la democracia en Venezuela, votó una bien razonada y larga Resolución, concebida en términos mucho más duros y contundentes que el empleado en todas las resoluciones anteriores. La Resolución fue aprobada por 487 votos a favor, 119 votos en contra y 79 abstenciones o ausencias.
Fue una espléndida victoria de la democracia venezolana obtenida en un parlamento en el que están representados los 27 Estados miembros y cuyos 705 diputados se agrupan en 8 grupos, conformados con base en las afinidades políticas e ideológicas con las cuales los venezolanos podemos o no sentir alguna identificación.
La Resolución aprobada incluye la petición de elecciones presidenciales y legislativas “libres, transparentes y creíbles”; reconoció la crisis humanitaria e instó a la comunidad internacional a ayudar a los migrantes venezolanos; ratificó su apoyo a Juan Guaidó como “presidente interino legítimo”; condenó el “nombramiento antidemocrático” de los nuevos miembros del Consejo Nacional Electoral; solicitó más sanciones en contra los líderes de la dictadura y un largo etcétera.
Hubo en el Parlamento otra proposición, presentada por el diputado Hermann Tertsch del partido español Vox que tiene 4 representantes en la Eurocámara. Las propuestas de Tertsch, cuya solidaridad con nuestras luchas hemos apreciado, era mucho más contundente y se correspondía mucho más con lo que los demócratas venezolanos hubiésemos querido que se aprobara, pero no contaba con el apoyo que requería su aprobación. ¿Por qué?
Como antes dijimos, los eurodiputados, electos en planchas postuladas por los partidos de cada país, se constituyen en grupos políticos e ideológicos: 187 diputados integran el Partido Popular Europeo, de orientación centrista; 146 pertenecen a la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas; 98 conforman Renovación Europea, igualmente centristas; 76 se ubican en Identidad y Democracia; 67 han constituido el partido ecologista Verde; 39 extremistas están en el Grupo de Izquierda Unitaria que incluye a los españoles arrastrados de Podemos y finalmente, 29 parlamentarios no quisieron inscribirse en ningún grupo.
Constatará el lector un hecho muy claro: la heterogeneidad de los componentes del Parlamento Europeo y la dificultad que existe para conformar mayorías.
Un eurodiputado, Leopoldo López Gil, quien ostenta tanto la nacionalidad venezolana como la española, tuvo el siguiente dilema: Respaldar con una finalidad únicamente testimonial, la proposición de Tertsh y recibir, por primera vez en una propuesta relativa a Venezuela, una muy contundente derrota. La otra opción, participar de la mayoría que permitió conformar el bloque antes mencionado de 487 votos. La política, como tantas veces se ha dicho, es “el arte de lo posible” y Leopoldo optó, como lo hubiera hecho yo, por una buena y contundente Resolución, lo que implicaba dejar de lado algunas de las propuestas de Hermann Tertsh, que hubiesen sido más del agrado de muchos venezolanos (incluyéndome a mí). No me parece malo que el Partido Socialista Obrero le dé la espalda a Nicolás Maduro, así haya sido “moderada”.
Tertsh creyó hacer bien manteniendo su posición, estuvo en su derecho. Lo que me parece menos bueno es que haya votado en contra de la propuesta finalmente aprobada, en la no muy santa compañía del “ñangaraje” europeo, encabezado por Podemos y los terroristas de ETA.
El segundo hecho insólito, es el titular aparecido en las redes: “Papá de Leopoldo López logra que el Partido Popular ablande una Resolución en contra de Nicolás Maduro” Lo primero que llama la atención y revela las intenciones de quien escribe, es que no se menciona al eurodiputado por su nombre, sino que se le alude como el padre de Leopoldo López Mendoza. En el supuesto caso de que López Gil hubiese actuado mal, que no lo hizo, me pregunto: ¿Qué tiene que ver su hijo con lo sucedido en Bruselas?
La respuesta es muy sencilla, la campaña en marcha busca el desprestigio de Leopoldo López Mendoza, líder de Voluntad Popular partido recientemente expropiado por la dictadura y uno de los venezolanos que más ha sufrido en carne propia, la represión del chavismo, detrás, obviamente de los que ofrendaron sus vidas.
Esta no es mi manera de hacer política. Como tampoco lo es manipular la verdad. El mismo diputado Tertsh dijo lo siguiente, refiriéndose al texto que comentamos y al rol del “papá de Leopoldo López”: “El titular de esta noticia es inexacto. Quién ablandó y vació la resolución hasta el ridículo fue el PSOE. El PP solo se rindió y lo aceptó todo con sumisión”.
Hay un dicho italiano que traduzco: “Es mejor lo bueno que se consigue que lo óptimo que no se logra”. Eso fue lo que ocurrió en Bruselas. No niego que pueda haber gente que hubiese preferido mantener la Resolución de Vox en su redacción íntegra y perder la votación. Es una manera de ver las cosas. Yo no la comparto.
Si algo he aprendido en los largos años que llevo en la actividad política es que no necesariamente lo que yo pienso tiene que ser compartido por los demás. Creo, sin embargo, que hay un solo norte para los venezolanos: Sacar a Maduro y a la banda de delincuentes que lo acompañan. Hay muchas maneras de hacerlo y posiciones muy distintas perfectamente lícitas. Aquello con lo que no transijo es con la conceptualización de la dictadura venezolana. Por eso apoyo y sirvo al Gobierno legítimo de Juan Guaidó y tengo buenas relaciones con todas las fuerzas políticas que se oponen de verdad a Nicolás Maduro.
Una reflexión final: Algún amigo me recomendó no escribir estas líneas. “No te metas en ese pleito que no es tuyo. Te van a caer encima los guerreros del teclado”. A lo mejor tenía razón el amigo, pero yo no soy así. Siempre me he dado el lujo de decir lo que pienso y trato de ser intransigente sólo conmigo mismo.
Desde que soy representante de Venezuela en la OEA, hemos ganado varias batallas, consiguiendo el apoyo de la mayoría de los países miembros. Si me hubiese empeñado en proponer resoluciones imponiendo mi punto de vista y expresando lo que hubiera obtenido aplausos en las redes sociales, sin tomar en cuenta lo que piensan los otros 33 estados miembros de la Organización, hubiese logrado un solo voto seguro: el mío. Tal vez uno que otro más. De allí mi solidaridad con Leopoldo López Gil.
Publicado originalmente en el Centro de Comunicación Nacional