El número dos del régimen está de capa caída. Nicolás Maduro ha reducido el poder de fuego y la influencia que tenía Diosdado Cabello en la Fuerza Armada Bolivariana y lo ha reemplazado por el ratificado Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, que ahora surge como el «hombre fuerte» que intentará atornillarlo en Miraflores ante la turbulencia y crisis que vive su administración.
Por Ludmila Vinogradoff / abc.es
En los últimos días, Maduro reestructuró el alto mando militar, aconsejado por su ministro castrense. Su plan fue pasar a retiro a 53 militares de alto rango pertenecientes a la promoción 1987 del capitán Diosdado Cabello. Esta vez (en julio son los ascensos militares) sus compañeros de armas no fueron promovidos a cargos importantes sino más bien dados de baja y marginados.
Sintiéndose ninguneado, el también presidente de la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente y vicepresidente del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se ausentó de los actos de ascensos militares y del Día de la Independencia. Cabello se excusó por haberse contagiado con el coronavirus, lo que ha generado más suspicacias dada la crisis interna del chavismo. La perfecta excusa para echar tierra de por medio a su inocultable rivalidad con Maduro.
En la remodelación de la cúpula militar fueron ratificados el general Vladimir Padrino López por sexto año como ministro de Defensa, el general Remigio Ceballo Ichaso por tercer año como jefe del Ceofanb (Comando Estratégico de Operaciones de la FANB) y las nuevas designaciones del general Pedro Juliac jefe del CEO, comandante del Ejército, Domingo Hernández Lárez, Comandante de la Armada, Serrantes Pinto, comandante de la Aviación, general José Silva Aponte. También fueron ratificados el Comandante de la Guardia Nacional, Fabio Zavarse Pabón y el de la Milicia Bolivariana, general Manuel Gregory Bernal Martínez.
Cabello ha pasado agachado en la escena pública con un silencio absoluto. Su excusa de estar enfermo del coronavirus no ha sido convincente. El ex constituyente Pablo Medina sospecha esto no es más que una estrategia «para ocultarse» porque tienen «el temor de que le pongan los ganchos», dijo al referirse a la recompensa de 10 millones de dólares por cargos de corrupción y narcoterrorismo que le ha imputado la justicia de EE.UU.
«Ahora resulta que Diosdado Cabello declaró que tenía coronavirus, igualmente Tareck El Aissami, y falta que lo digan (Nicolás) Maduro y otros, los capos, pero todo eso obedece a que hay una guerra de todos contra todos, tanto el cártel de Cabello, como el de Tareck y el de Maduro, se han estado enfrentando», indicó Medina.
Nuevo hombre fuerte
El general Vladimir Padrino López, de 56 años, ha estado coqueteando con los cubanos, rusos y chinos en la compra de armamento y cuenta con su influencia desde que Maduro lo nombró Ministro de Defensa en 2014. Le ha cogido gusto al poder y la riqueza. Sus dos hijos se dan la gran vida en Madrid a todo lujo y derroche. Su polémica frase: «Mientras exista una Fuerza Armada como la que hoy tenemos, antimperialista, revolucionaria y bolivariana, nunca podrán ejercer el poder político en Venezuela», sentenció, refiriéndose a la oposición venezolana.
Esto le causó el repudio de la mayoría de los venezolanos. El exministro de Defensa, Fernando Ochoa Antich, le respondió: «Sus palabras no hacen otra cosa sino confirmar que el objetivo político de Nicolás Maduro y su camarilla es mantenerse indefinidamente en el poder, sin respetar la voluntad de nuestro pueblo expresada democráticamente a través de elecciones».
Con su postura violatoria de la constitución Padrino se granjeó el favor de Maduro para ser ratificado en el cargo por sexto año consecutivo. Maduro no es que confíe mucho en su ministro de Defensa después de haber conspirado en su contra el 30 de abril del año pasado pero le garantiza continuidad y el control de 130 mil hombres del ejército que es su sostén.
La reestructuración del alto mando militar y el nuevo hombre fuerte, en la persona de Padrino también sancionado por EEUU, ya están dando sus primeros frutos al cambiar la arenga chavista de «patria, socialismo o muerte» a la de «independencia o nada» como ahora se repite en los cuarteles.