En este segundo semestre del año 2020, la realidad del país es sumamente compleja, dinámica en sus realidades y cambiante. Se caracteriza por una gran incertidumbre, en el marco de la cual la crisis multidimensional se desliza en lo económico, político, social y humanitario ha venido agravándose desde la llegada de Maduro al poder central en 2013. Para enfrentar tal crisis, el gobierno ha desarrollado desde fines de 2018 estrategias enfocadas en un nuevo discurso y ha implementado prácticas económicas que algunos economistas identifican como neoliberal, apuntalado en la dolarización.
Dentro de una realidad confusa, Venezuela se puede visualizar gravitando dentro del daño antropológico, es un constructo teórico que viene siendo utilizado por algunos centros de estudios para comprender el deterioro de algunas sociedades. Analizar el daño antropológico en nuestro contexto tiene una significación porque desnuda una situación objetiva por la que transita el país. Para los estudiosos en el tema del daño antropológico, aseguran que existe el daño antropológico cuando además del deterioro en el orden social político y cultural, existe, fundamentalmente un daño a la condición humana. También, podemos entender que un daño antropológico germina cuando una persona deja sentir a pecio a su propia vida, cuando pierde la conciencia en sí misma como arquitecta de su destino, y se entrega a los dictámenes para someterse y pensar de una manera dirigida e unilineal. Incluso lo más grave es poder entender que el daño antropológico apunta a que los ciudadanos dejen de pensar.
El libro de Luis Aguilar León devela en su contenido “Cuba y su Futuro” 6 tipos de daños antropológicos:
1.- El servilismo
2.- El miedo a la opresión
3.- El miedo al cambio
4.- La falta de voluntad política y de responsabilidad cívica
5.- La desesperanza, el desarraigo y el exilio dentro y fuera del país.
6.- La crisis ética
En la dinámica de la cotidianidad del venezolano también emerge con mucha fuerza el secuestro emocional. En nuestro contexto, la incertidumbre acerca de la duración y los efectos económicos y políticos de la pandemia hace difícil visualizar el inmediato futuro, además las crisis en todas sus dimensiones activan el secuestro de todas nuestras emociones, en mayor o menor medida, con más o menos frecuencia. Son esos momentos en que los efectos y causas de las crisis hace que el venezolano no piense, y se deja llevar por los sentimientos y pasado ese momento crítico, no recuerda, solo comprende que es parte de la sobrevivencia diaria en un país en caos.
Ahora bien, para entender el fenómeno de la anomia social conectado a la realidad venezolana es significativo comprender y hacer aprehensión de los referentes teóricos y moverse dentro de las visiones de los Sociólogos Parsons y Merton. Parsons concibe la anomia como “desorganización social”, y pone énfasis además en sus “correlatos psicológicos”, esto es, un estado de inseguridad generalizada que se expresa en un alto grado de ansiedad y agresión que afecta a los individuos. “Tal vez puede caracterizarse más sencillamente la anomia como el estado en que un gran número de individuos carece en grado considerable de la especia de integración con las pautas institucionales estables que es esencial para su propia estabilidad personal y para el funcionamiento sin tropiezos del sistema social organizado.
Robert Merton quien en su obra Social Theory and Social Structure publicada en 1957 sostiene que la anomia es producto de la fragmentación de la estructura cultural de la sociedad. Debido a la transformación de la sociedad y al paso de una tradicional a otra moderna, se ha producido la desorganización de las normas culturales, con un desfase entre los objetivos establecidos como legítimos y los medios considerados como tales para alcanzarlos jugando, en dicho proceso, un papel trascendente las variables socioeconómicas. A lo largo de su vida y a partir de la socialización, los individuos van aprendiendo qué fines son los que como miembro de su sociedad debe alcanzar y qué medios son legítimos para hacerlo. Por diversas situaciones, sin embargo, se puede generar una desorganización cultural donde los individuos se encuentren atrapados en la imposibilidad de alcanzar los fines ideales ante la verificación de la falta de herramientas necesarias para hacerlo. Como consecuencia de ello, y ante el sentimiento de frustración que ello les genera, se fomenta en los individuos la búsqueda de alternativas para tratar de reducir dicho sentimiento, ya sea a través del establecimiento de nuevos fines o de nuevas formas para alcanzar los definidos por la sociedad. Esta situación es consecuencia de cambios sociales y se presenta a nivel individual y no grupal, social.
En nuestro caso, la anomia social es un fenómeno que se manifiesta a diario en el estado anímico y en el comportamiento social del grupo afectado, los venezolanos. Es la respuesta a la desesperanza, ausencia de fe y a las desigualdades políticas, sociales y económicas; conectadas de manera directa a la corrupción, al nepotismo, a la injusticia. En otras palabras, la anomia social ha transfigurado el carácter social de los venezolanos y le ha origina modelos de conducta con ciertas complejidades que se producen en la ideología dominante y se imponen desde el gobierno central y sus instituciones.
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