Madiba: Halando ramas en el cielo, por Orlando Viera-Blanco

Madiba: Halando ramas en el cielo, por Orlando Viera-Blanco

Orlando Viera-Blanco @ovierablanco

“Mandela lo aprendió, vivió y depuró todo. De utopías a verdades, de surrealismo a pragmatismo utilitario. Así enseñó a su pueblo su miedo más profundo: la oscuridad del resentimiento que eclipsa la luz de la reconciliación”.

El pasado 18 de julio se cumplieron ciento dos años del nacimiento de un hombre memorable e irrepetible: Nelson Mandela.  Vale la pena estudiar la personalidad de este héroe de la libertad y la reconciliación, para descubrir la génesis de su nobleza a partir de la cual no sólo derrotó el apartheid africano sino los odios y la violencia. Para Mandela el perdón fue un honor…

Rolihlahla: el alborotador. 





Nelson Mandela nace en un pueblo humilde [Mvezo] en la antigua Provincia del Cabo. Fue bautizado con el nombre de Rolihlahla, que significa halar la rama de un árbol. Cariñosamente: el alborotador. Su padre Gladla [polígamo], tuvo cuatro esposas, 9 hijas y cuatro hijos. Mandela nace de la unión con su madre Nosekini Fanny. Su bisabuelo fue jefe de la tribu Tembu y su apellido se lo debe a su abuelo llamado Mandela. Al llegar a la escuela su profesora, la señorita Mdingane, le dio un nombre de origen inglés: Nelson. Madiba-como fue apodado-iniciaba un intenso destino de identidad, luchas, liberación e independencia.

Mandela tuvo una educación cristiana bajo la curaduría de Jongintaba Dalindyebo quien le adoptó. A temprana edad tenía curiosidad por historias tribales de liberación y asentamiento. Se matriculó en Healdtown Comprehensive School. Recibió educación metodista y cultura inglesa. En su ratos libres practicaba boxeo, lo cual le valió el calificativo de perfecto.

Jongintaba lo envía a la universidad de Fort Hare donde perfecciona su inglés. Estudia antropología, administración, derecho romano y política. En Johannesburgo se enlista en una firma de abogados dirigida por un simpatizante de ideas liberales, Lazar Sidelsky, quien era cercano a la causa del Congreso Nacional Africano  [CNA] y del Partido Comunista Sudafricano [PCSA]. Conoce a su primer amigo de raza blanca Nat Bregman, quien lo introduce a ideales comunistas. Mandela quedó impresionado por el trato igualitario entre hindúes, mestizos, africanos bantúes y ateístas. Comienza a empaparse de la política contra el racismo pero no bajo la consigna de la lucha de clases. Se ‘alborotaba’ su espíritu Tembu, donde dedicarse a la política, era tabú.

Estoy preparado para morir. 

Hacia la década de los 40, Mandela se integra al CNA. Consigue apoyo de la URSS. Se interesa por los textos de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mai Zedong. Cabalga por el materialismo dialéctico. Más tarde se decide por la resistencia no violenta de Mahatma Gandhi. Disfrazado de chofer y bajo el nombre de la pimpinela negra [de la novela la pimpinela escarlata de Emma Orczy], recorre todo el país. Inspirado en el 26 de Julio de Fidel Castro, funda su movimiento La Lanza de la Nación [MK].

Es apresado el 5/8/1962. Enfrenta el Juicio de Pretoria por conjura y traición. Seis años de juicio y numerosas protestas como la matanza Sharpeville donde murieron 69 agentes. En el proceso de Robinson ante la Corte Suprema de Pretoria, pronunció su último discurso en Libertad: “Siempre he atesorado el ideal de una áfrica libre y democrática en la que las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para lo que he vivido. Es un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto  a morir”. El juez Quartus de Wet lo encontró culpable y le condenó a cadena perpetua.

Mandela el redentor.

Mandela salió de la prisión de Victor Vester el 11/02/1990, después de 27 años de cárcel. Pacta con el Presidente De Klerk, sustituto de Botha. Comenzaba su carrera hacia la Presidencia de Sudáfrica, primer presidente negro y demócrata elegido el 09/05/1994.

Primero estuvo preso en la isla de Robben y después en la cárcel de Pollsmoor. Mandela discutía en prisión con sus camarillas desde la democratización de la vivienda, la igualdad de credo, raza, sexo o religión hasta la resistencia, la libertad, la guerra y la paz. De la violencia legítima al pensamiento integrador. Del rol de los partidos, los niños y la educación. Sobre la dialéctica del color de piel como color del amor y la dignidad. “No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad que la forma en la que trata a sus niños” decía. “La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación como la hija de un campesino puede convertirse en médico, el hijo de un minero puede convertirse en el jefe de la mina, o el hijo de trabajadores agrícolas puede llegar a ser presidente de una gran nación.” Como le ocurrió a él,  apacentador de ganado y sudoroso minero en su niñez.

Veintisiete años de prisión donde le extirparon un tumor de próstata y venció la tuberculosis; donde quedaron exculpados todos los rencores y afloraron todas sus tendencias, influencias, vivencias e ideologías. Mandela lo aprendió, vivió y depuró todo. De utopías a verdades, de surrealismo idealista a pragmatismo utilitario. Y así enseñó a su pueblo su miedo más profundo: la oscuridad del resentimiento que eclipsa la luz de la reconciliación. ”Los valientes no temen al perdón si esto ayuda a fomentar la paz” sentenció. Y el día que ‘el alborotador’ perdonó, fue libre. Fue el día que Madiba se convirtió en Washington, Lincoln y Bolívar. Y liberó Sudáfrica.

Con ese sentimiento de redención, Rolihlahla apagó sus ojos el 5/12/2013 a sus 95 años. Descansó como los justos. Aun sigue halando ramas, en el cielo…

@ovierablanco   *Embajador de Venezuela en Canadá