Entre tumbas y piezas de mármol viven cinco personas que han convertido el cementerio Bella Vista en su hogar, pues a unos kilómetros de la entrada del cementerio justo a un costado de una tumba todos los días sacan ollas, envases y encienden un fogón para hacer el almuerzo “en familia”, tal como se ven desde hace seis meses que se encontraron en el lugar. Su única afinidad es vivir en indigencia.
Por: Daimar Díaz || La Prensa de Lara
Temerosos en ocasiones de quedarse sin la protección de lo que consideran su casa, los habitantes del cementerio advierten que es el único lugar que tienen para resguardarse corriendo el menor peligro, ya que consideran que quedarse en las calles es estar en la intemperie.
Aclaran que no se sienten indigentes, sino personas que por una mala jugada de la vida se quedaron sin vivienda y a pesar que solicitaron ayuda nadie les tendió la mano, obligándolos a buscar un lugar que por tenebroso que parezca allí se sienten seguros.
“Me sacaron de la casa donde estaba alquilada por no tener dinero para pagar la mensualidad, y como me quedé sin un lugar dónde vivir tuve que venir a refugiarme en este cementerio ya que había escuchado que otras personas también se quedaban acá y ahora todos somos como familia aunque ninguno lleva la misma sangre, entre nosotros reina el respeto y la cooperación”, expresó Zulay Rodríguez una dama que se dedica al comercio ambulante y que desde hace cinco meses vive en las áreas del cementerio Bella Vista.
Gregorio Soto es otro de los refugiados en el camposanto, fue el primero en llegar al cementerio escondiéndose para evitar que lo vieran y lo sacaran. Cuenta que los primeros días no fueron nada fáciles, sobre todo cuando llegaba la noche y la oscuridad se apoderaba del cementerio, los sonidos se hacían más intensos y las horas se le hacían eternas, el miedo no lo dejaba dormir. Con nostalgia asegura asegura no tener quien le tienda la mano y por eso le tocó deambular en las calles hasta decidir vivir en el cementerio.
Para dormir se organizan y cada quien tiene su tumba mausoleo previsto, hay quienes ya tienen sus hamacas y las cuelgan en algún panteón, mientras que otros colocan colchonetas o cartones en las fosas para poder pasar la noche.
Cocinan entre todos
Gregorio y Zulay cuentan, mientras cocinaban, que se han ido acoplando al pasar de los meses. Por eso en las mañanas, cada quien sale a rebuscarse en lo que puede para comprar algún producto y entre todos hacen para cubrir lo que consumirán en el día.
Ayudar a vendedores de verduras y hortalizas son algunas de las tareas que realizan para poder hacerse de al menos un paquete de harina, arroz, frijoles o pasta y así poder hacer su comida.