Sin ánimo de violentar verdades de la fe y hacer leves fisuras a Dogmas Eclesiásticos establecidos, haciendo uso de mi libre albedrío que se ajusta a mi formación de valores cristianos me atrevo respetuosamente a expresar lo que pienso en relación al último Documento de la Conferencia Episcopal Venezolana.
Eminentes figuras de la Iglesia Católica Venezolana han sostenido con valentía y coraje la defensa de los valores cívicos y espirituales del pueblo de Dios que dirigen, a estos dignos portavoces de la Iglesia no se les “atragantó la nuez del miedo”, ni han dado pasos complacientes en falso de contemporizadores con desmanes y evidencias a la vista de todos.
Innegable y es justicia reconocerlo que la Conferencia Episcopal Venezolana con lucidez y buen criterio cristiano y espíritu evangélico, como corresponde a su alta misión, en el momento preciso ha dejado escuchar su palabra. Hemos sentido que hay un ente rector espiritual, inspirado por la Sabiduría Divina inteligente que nos anima a mantener una posición firme y valiente, capaces de asumir y de estar presente en la defensa de los Derechos Humanos conculcados, premisas para respetar, reconocer y compartir con fe y entusiasmo.
Ante los falsos profetas, hemos sentido repulsa por la forma escandalosa de sus actuaciones que mancillan el venerable oficio de encaminar al pueblo venezolano y cristiano por sendas de respeto, justicia y paz.
La Iglesia y sus servidores eficientes y dignos es tan eterna como los frustrados intentos para degradarla, destruirla y corromperla; muestras ha habido en este tiempo azaroso.
En ambiente tan confuso y en circunstancias ahora críticas y difíciles, el Documento de la Conferencia Episcopal Venezolana nos llena de preocupación, sabemos y lo constatamos que no hay disposición de parte de la población consciente no remunerada de acudir a votar con un CNE manipulado y en entredicho manejado por un TSJ igualmente desacreditado me pregunto: ¿Qué hizo cambiar el criterio salvífico de la Conferencia Episcopal Venezolana para echar al vuelo este Documento?
¿Es que ya es letra muerta y olvidado el mensaje contundente y claro del Cardenal Rosalio Castillo Lara, cuando comenzaba su angustia de ver “una nación dividida por el odio y el desencuentro”, expresada ampliamente en el Documento de la Conferencia Episcopal Venezolana de entonces y que resonara en la Homilía del Día de la Divina Pastora en Barquisimeto en fecha memorable? Ese ejemplo ha sido lección viva para Obispos y Sacerdotes que sin miedo han hablado de todas las barbaridades y penurias de la gente golpeadas en sus derechos y dignidad por pensar diferente. Ellos asumen todos los riesgos con su palabra evangélica en el púlpito y en la calle.
Premonitorias las palabras de Monseñor Castillo Lara el conocía como actúan los regímenes autoritarios y autocráticos, a ellos les interesa el poder, elecciones si las ganan ellos
El Documento de la Conferencia Episcopal Venezolana, de ésta hora, mueve a dudas, desaliento y desconcierto!
“Cuando el mundo y la Iglesia no se entiendan porque ambos andan en crisis de crecimiento unas veces, de estancamientos otras, la única opción es regresar a Cristo. Sólo él nos prestará su luz necesaria para despejar las tinieblas, las nubes y los temores”.