Hace dos años, la vida de Kaylee Muthart estaba envuelta en un espiral de autodestrucción. Lo que había comenzado con abuso a las drogas terminó de una manera impensada: en medio de una alucinación tras consumir metanfetamina, esta joven decidió arrancarse los ojos enfrente de una iglesia en Carolina del Sur, Estados Unidos.
Por Clarín
“Las drogas toman sus miedos y creencias y los amplifican. Pensé que tenía que sacarme los ojos para sobrevivir y salvar al mundo”, comentó la propia Kaylee -que en aquel momento tenía 20 años- a la revista People, poco después de ese episodio que le terminó cambiando la vida.
“Fue una lucha, ni siquiera puedo explicar ese sentimiento cuando me enteré, fue horrible… Tenía terror total. Estaba agradecida de que estuviera viva, pero sabía que algo andaba mal con ella”, había graficado Katy Tompkins, su madre.
Hubo consecuencias, claro: la joven perdió la vista. Pero lejos de que aquella experiencia definiera el resto de sus días, Kaylee la utilizó para seguir adelante: entró en rehabilitación y ahora, dos años después, cuenta su historia para ayudar a otras personas que tienen problemas con las drogas.
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