Una de las falacias del teorismo militar surgido del sandio chavismo, fue el creer que la doctrina militar puede ser creada por conocimiento osmótico y falaces ideologías pensadas en sueños infantiles o zalamerías familiares; así como lo soñó Chávez; y uno de sus más absurdos sueños fue el que lo condujo a crear lo que llamó “el nuevo pensamiento militar”. En realidad, una falacia, por cuanto ese pensamiento no existe, toda vez que el militar se debe al sentido de patria y se obliga a cumplir el mandato que lo lleva a su defensa, sea cual sea el designio que ésta imponga. Surge de aquí la expresión ¡la patria es primero!
Sin dudas, fue un erróneo pensar de jóvenes confundidos, que creyendo que la misión de los militares es ¡salvar la patria!, cayeron en el politicismo falaz de aquella época, de cuyo error surgió el martirio que tenemos hoy. Si algo hay que intentar quitar de la mente del militar, es la creencia de que los militares son ciudadanos distintos al resto de la población, lo que ha creado una distorsionante fisura en el conglomerado. Lo que se agrava con el manido y dicotómico cívico-militar.
Por suerte, los teóricos estudiosos del acontecer social e institucional moderno, han concluido en la gestación de una nuevo rol militar, que impera en las sociedades que quieren mantener la paz; por ello, sin descartar la función nacionalista que resguarda la figura estable del estado-nación dentro del conglomerado mundial, el resguardo de la figura sociopolítica y estratégica de la soberanía autonómica que siempre ha existido, y en la necesaria existencia de un mundo conformado por una comunidad de Estados independientes, se ha pensado en una conformación más racional y útil de los organismos utilizados para ese resguardo de la independencia y la soberanía, distribuyendo entre entes diferentes en su conformación política, tales funciones que competen a la seguridad externa e interna del Estado; valga decir, los entes de estructura y organización militar y los del poder policial, para que además de cumplir su rol, generalmente constitucional, ayuden en el control y mantenimiento del orden público y en otras funciones que coadyuven al desarrollo socioeconómico nacional.
Como nuestra FAN es exclusiva para la defensa militar nacional, debemos imaginarnos la nueva visión bélica: un desembarco o vuelos aerotransportantes de nanorobots en playas o descargados sobre una zona para examinarla hasta el último centímetro y eliminar, si es preciso, a todos sus ocupantes, naturales, nanorrobóticos. Tecnología, que estaría emparentada con los programas y vuelos no tripulados y el lanzamiento de misiles sin costo humano; es decir, la destrucción de un solo frente.
Sobre este aspecto, la opinión pública tendrá una dimensión personal y otra colectiva. La dimensión personal se reflejaría en la predisposición de defender al país (servicio civil) o cumplir el servicio militar; mientras que la dimensión colectiva se analiza con indicadores como valoración de las amenazas, actitudes hacia las alianzas, apoyo a políticas particulares, apoyo al gasto militar, o justificación en el uso de la fuerza.
En todo caso, el apoyo a los militares se daría ahora para la participación en operaciones de paz, para conflictos específicos y priorizando las soluciones a corto plazo. Es algo que hoy día debe ser analizado por la comunidad nacional; pensando que el apoyo ya no es una carta en blanco, y que esos cambios de rol obligan necesariamente al cambio en las funciones a cumplir los militares; y pensamos, que quizás el cambio más interesante es el que surge de las amenazas del entorno, entrando en un curioso paralelismo entre las misiones de la policía y las de la FAN, dado que éstas están cada vez más comprometidas con el orden público y la paz. Por fortuna para Venezuela, desde hace 83 años contamos con la Guardia Nacional, que hoy es un componente de la FAN.
@Enriqueprietos