Esa ciudadanía como masa es la que ya ha logrado desarrollar un discurso. Un discurso político de reivindicación y demanda de sus derechos que es un objetivo central: la desobediencia civil a un régimen autoritario, militarista y sordo, distante de la ética que se complace En la mentira y en maniobras con las cuales pretende ganar tiempo, tiempo que ya no tiene por cuanto es momento para la democracia. Democracia donde se cumplan las leyes y, sobre todo, donde se logre la paz social. Todas sus mentiras, fintas y extrema propaganda grotesca, ya no tienen efecto en esta coyuntura de dolor que estremece a la república, a la ciudadanía y a la nación toda que, civilizadamente anhela reponer la democracia, es decir, la democracia recuperada.
La democracia recuperada será la expresión cívica de hacer política. Política para contener la ideología que se denomina militarismo perverso, la ideologización o totalitarismo, la presencia grotesca del profeta y el cubanismo perverso que es el modelo copiado de un grupo, que nada tienen que ver con Venezuela, donde sí existe un gen democrático que conducirá a un sistema democrático. Sistema democrático con libertades, basado en un consenso activo, voluntario pero sobretodo venezolanista. Recuperar, entonces, la democracia es anteponer, fortalecer y privilegiar la venezolanidad. Es ventear y ventilar el criollismo con sus tradiciones y valores que perfilan al individuo y a la colectividad, contra de la arbitriedad y el Plan de machete.
Es también a descentrar la política, léase, las instituciones y por lo tanto llegar a la república. República que rechaza esta vergüenza que se llama revolución, que deberá ser enjuiciada mediante el uso de la ley por parte de la ciudadanía, esa ciudadanía que emerge como un vector de política direccionada, expresión de la ferocidad del liderazgo democrático, que persigue la libertad, motorizara la justicia y convertirá la libertad -democracia en un escudo frente a la barbarie y el engaño del comunismo militarista. La energía política direccionada es y será la fuerza ciudadana para que la masa democrática detenga al militarismo cobarde que tanto daño ha causado a la república.
La ciudadanía democrática toda república, será toda energía. Energía para detener al socialismo a juro, por cuanto la decencia política será la que recuerde al gran actor central de esta grave irritación y desconfianza frente a tantos maulas. No habrá más espacio para el totalitarismo arrinconado y armado que persiste en el conflicto social artificioso, en su proyecto absurdo como agente de cambio social, intentando potenciar el comunismo sobre el cuerpo social venezolano. En ese empeño ya fracaso, fracaso por la ideología marxistoide que no pudo no puede imponer el totalitarismo. La ciudadanía toda energía está al lado de Rousseau, por ello se fortalece, confrontará al militarismo comunista y le negará su afán de gobernar la república al hombre armado y violento nunca bastante fuerte, para siempre creerse que puede ser el amo.
La república no puede tener amos. Los ciudadanos bebemos o creamos en la democracia, en la urbanidad, en nuestra religión católica, esas serán nuestras virtudes y nuestra fuerza que como ciudadanía defenderemos como venezolanidad, para lo cual estamos resteados y sabemos además cuán frágil y corrupto es el Estado Cuartel. Estado Cuartel, pues vergüenza y violencia que ha hecho supremo daño y mal sobre la sociedad venezolana y no lo hará más. La venezolanidad ya, en un movimiento político entendido como patrimonio doctrinario de los demócratas de Venezuela, que no aceptarán ser penetrados por el castro-chavismo-comunismo madurismo, por cuanto hay un movimiento político como masa ciudadana que lo detendrá. Lo detendrá como el movimiento político direccionado, organizado contra la barbarie y con articulación y demanda para un nuevo espacio social que significa agregación democrática.
Agregación ciudadana para provocar el cambio, mediante un flujo de democracia devenida de la desobediencia civil. Desobediencia civil para desnudar la farsa del 6D y para mostrar la férrea voluntad y energía que deviene del gen democrático del venezolano. Será un flujo continuo, imparable, creciente y lleno de dignidad e intención política diáfana: democracia. Lo democrático es entenderse como fuerza que crecerá al juntarse y producir ese cambio continuo que produce una masa social cuando comprende que tiene sentido de la historia. La historia de Venezuela que se anuda en la Libertad, aunada a la fe cristiana y en la comprensión de los clásicos, los grandes teóricos de la democracia. La democracia real, nueva, postmoderna y jamás la violencia ni las armas
La democracia como flujo democrático ya está presente en el 87% de los venezolanos. Son ciudadanía, la mayoría de mujeres y hombres que se entienden como sujetos de derecho, que están abrazados a la Constitución de la República y a su cuerpo de leyes y decididos que Venezuela sea una democracia. Democracia con ciudadanos y ciudadanía para ejercer el gobierno según la leyes y la tradición venezolanista, entendiendo que Venezuela significa un territorio, una extraordinaria población y una tradición por la decencia política. Ciudadanos que tenemos como demócratas a una patria creadas por héroes, todos hacedores de la República que aman las leyes, la decencia y las tradiciones donde el ciudadano es cívico, es civil y este consciente de que Venezuela esta atada a lo civil, a la decencia y nunca jamás la bota grotesca del militar y el militarismo.
Es auténtico,
Dr.José Machillanda
Director CSB CEPPRO
@JMachillandaP
Caracas, 20 de agosto de 2020