Alfredo Maldonado: Chismografía barata

Alfredo Maldonado: Chismografía barata

Andan chismeando algunos por ahí que el Presidente trafica con armas. Malo, malo. Perversidad, codicia y todo eso, al menos hasta que uno piensa un poco, encuarentenado y estancado en esta Venezuela chavista, socialista, revolucionaria, antiimperialista y enterrada en el pantano de la corrupción, del comunismo tropical, de la incompetencia, en cómo son las cosas.

¿Es el señor Presidente Constitucional y Castrochavista de la República, comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, mayor de edad, casado y de este domicilio un comerciante ilegal de armas? Para tal sospecha habría que saber –que no lo aclaran los chismosos- de qué va el asunto. Por ejemplo, ¿está el Presidente por su cuenta, o en malvada alianza con otros desvergonzados millonarios comprando aviones Sukhoi de modelos recientes, o sistemas misilísticos de defensa antiaérea S 400, por ejemplo, para revenderlos con pingues beneficios? ¿O está comerciando con numerosas cajas de fusiles de asalto Kalashnikov? Cajas, no un riflecito por aquí y otro por allá.

Porque si es por conseguir a{gún arma hogareña o de defensa personal, de colección o de capricho, cualquier malandrito de barrio le consigue pistolas de gran potencia, escopetas de doble cañón exquisitas, cargadores, cajas de municiones y hasta algún AK. Pueden ser nuevas, o con ligero uso, de las mismas que ellos usan para atracar, como hicieron con un joven amigo que cometió la pendejada de ir personalmente a pactar la venta de una moto en Caricuao, o a un vecino que fue a buscar unas matas por una de las vías de El Hatillo.

Al primero le metieron un tiro en la pierna que no lo mató quizás porque el malandro estaba apurado, pero le ha costado ya varios millones de bolívares en una clínica –privada, por supuesto, las gubernamentales sólo se dedican a librar la dura batalla contra el coronavirus que según los opositores es chino y según los chavistas es invento del imperialismo-, y al segundo lo dejaron ir, ¡hasta con la camioneta y las matas!, pero sin un centavo y con todo el susto en el cuerpo y la amenaza de que “si nos pones mal con los policías… ¡ya te conocemos!”. Quizás el delincuente hatillano bien armado no sabía manejar ni pensaba en sembrar nada.

No creemos que el Presidente esté en ese tipo de comercios, él anda en otras misiones y responsabilidades mucho más complicadas e importantes, destruir la industria petrolera, por ejemplo, retorcer la economía, convertirse en blanco seguro de montones de sanciones estadounidenses y europeas, no es cosa fácil ni como herencia del comandante eterno ni como actuación propia.

Porque lo de la batalla contra el contagioso e incontrolable virus es responsabilidad –por lo visto y oído- de los hermanos al frente de la alta burocracia, la guerra contra la economía ya ha sido ganada por la camarada pobreza, el compañero desabastecimiento y el comandante decepción, y la seguridad ciudadana está en manos militares, todos ellos coordinados por caudillo Incompetencia.

Dejen en paz al Presidente que hace lo que puede, camaradas chismosos, pongan las lenguas en cuarentena y usen sus tapabocas, que esto pica y se extiende con rigor castrorevolucionario.

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