Con motivo de la “descertificación” de la OPEP de cierta afiliada, paria y desvergonzada, suma adeptas, la idea del “Club de Republiquetas Forajidas, A.I”. Una asociación incivil con fines de lucro ilícito, por supuesto, para el solaz de usuarias, urgidas de marcar distancia de los alertas rojos, azules o multicolores de Interpol; de los escuadrones de captura de la DEA; de las solicitudes de extradición y de las órdenes de deportación; de las enseñanzas contenidas, en la “Urbanidad y Buenos Modales” de M.A. Carreño y en los textos de moral y cívica para estudiantes del primer grado de educación elemental; de la diplomacia respondona y de malas pulgas, tipo, Luis Almagro, Diego Arria o el embajador Milos Alcalay.
Si a una determinada republiqueta la suspenden de Mercosur, con derecho a botada sin anestesia. Si la comienzan a mirar feo en la Organización de Países No Alineados, por asesinatos de estudiantes, inmediatamente aparecer por la TV el lisiado moral y mental que la desgobierna como bailarín de salsa; si diplomáticos “veteranos” como un tal Roy (por cierto ¿desde cuál cubierta ya se habrá tirado al mar, ahora que la nave naufraga) ya no tienen dónde saludar con su proverbial “¡ Hola, gordito !”; si a la menor de las Rodríguez-Gómez, la sacan en volandas de otro aeropuerto o tiene que meterse por la ventana de otra cancillería, ahí estará el mencionado club, para que sus afiliadas, se saquen el clavo.
Las membresías han crecido como la verdolaga: Republiquetas de la innoble y extinta URSS (desmandada por un envenenador, que es la forma más cobarde de ser homicida), republiquetas del llamado Continente Negro, republiquetas de atolones perdidos en la inmensidad del Océano Pacífico, republiquetas bananeras y por supuesto, cierta narcocleptorrepubliqueta, bolivariana y desvergonzada. “Los últimos serán los primeros”, por eso la enumeramos al final.
Las obras civiles, para la construcción de la ansiada sede, se iniciaron y reiniciaron, una y otra vez, por lo de siempre. Los consabidos trasiegos de fondos a los bancos off shore. Hasta que ¡por fin! todo está concluyó y comienzaron sus actividades “normales”. Comilonas, borracheras, bailes (rucaneaos o frota hebillas), bacanales, pases de perico, fentanilo, metanfetaminas, proposol. Me parece verlo y oírlo todo. Pero de lejitos. Desde un satélite, por aquello que el COVID moral, “ de que se pega, se pega”:
– Caramba ¡Pero, qué elegante y sabrosona luce usted!
– Muchas gracias por el cumplido, señor.
– No es cumplido, ¿Eres nueva por aquí?
– Mire camarado ¡Más nuevón, será usted! Soy promotora, miembra fundadora y peso pesado de este exclusivo club.
– ¡Caramba! ¡Qué imperdonable, descuido, el mío! ¡Si usted es la conocida y la archirreconocida (porque aparece en varios “Se busca”) Narcorrepubliqueta Bolivariana!
– Así me bautizaron a poco de nacer – el señor Estacio iba a poner al escribir esta crónica “así me bautizaron cuando me excretaron” pero le advertí que más le valía no hacerlo.
– Pero ¡Qué honor, conocerte! ¡Soy la Republiqueta de los Diamantes de Sangre Infantil, del propio “Corazón de las Tinieblas, de Joseph Conrad, humildemente ¿Aceptas mi invitación a tomarte un trago?
– Lo lamento, señor. No tomo ni bebo. Pero si me invita a inyectarme o a inhalarme algo, aceptaré, con mucho gusto.
– Entonces, tenga la fineza, apreciada dama …
Encubrimientos recíprocos, complicidades, impunidades, topos-a-todo, encerronas, orgías, ménages á trois – a quatre y en tumulto, también. Las de los organismos multilaterales, tradicionales, no son suficientes. Carecen de la armonía salvaje del nuevo club forajido.
@omarestacio