Sin ánimos de polemizar o polarizar el liderazgo democrático de Venezuela, es necesario abordar con seriedad lo ocurrido en la reunión entre el presidente interino, Juan Guaidó, y la coordinadora nacional de Vente Venezuela, María Corina Machado, ya que el resultado produjo una enorme turbulencia politica y una serie de reacciones que se deben reflexionar.
Primero, es plausible la acción del presidente Guaidó en oír las voces de todos los sectores, y abrir un compás de intercambio de visiones en aras de reavivar la chispa de la lucha por la liberación de Venezuela.
No obstante, es claro que en el seno de la presidencia interina no están totalmente dispuestos a admitir y corregir los errores cometidos a los largo de un año y 7 meses. Y, rechazan las voces que con claridad y frontalmente plantean una vía diáfana y precisa para lograr el cese de la usurpación.
Contundentemente María Corina Machado habló con Juan Guaidó sobre los escenarios actuales y los retos futuros, y con la misma transparencia que le ha caracterizado le dio la cara al país para informar el resultado de aquel encuentro, en el cual muchísimos venezolanos tenían su esperanzas puestas.
Con la firmeza que la distingue, María Corina Machado aclaró que quien encabeza el Gobierno de Transición prefirió cambiar el inmenso apoyo popular que tuvo cuando se juramentó como presidente interino de Venezuela para lograr el cese de la usurpacion por el apoyo del G-4 en la Asamblea Nacional.
Frente a la repetición de los errores del pasado y ante la propuesta de la transición de convocar un plebicito cuando nunca se respetó la voluntad ciudadana expresada en la consulta del 16 de Julio del 2017, María Corina Machado mostró su decepción y rechazo a caer en una especie de círculo vicioso donde el régimen convoca elecciones para prolongar la usurpación y el gobierno interino convoque plebicistos para extender la transición.
Ella, diáfanamente, sigue firme en la propuesta de la Operación de Estabilización y Paz (OPE) para Venezuela, a través de la concertación de las voluntades de los sectores democráticos del continente para así detener la permanencia por más tiempo de un régimen hambreador, corrupto, ilegal y vicioso.
Sin duda, Venezuela ha oído dos voces distintas. Por un lado la propuesta de Juan Guaidó y, por el otro, la de María Corina Machado y aunque ambos coinciden en la necesidad de sacar de Miraflores a Nicolás Maduro, no comparten la misma concepción del ¿cómo hacerlo?
Es evidente que el país no puede transitar por los caminos del diálogo, las elecciones y los entendimientos debajo de la mesa con el régimen, ya que estos métodos solo oxigenan a la usurpación, que después lanza sus tentáculos de opresión alrededor del cuello de la ciudadanía venezolana.
Es obvio, y tristemente trágico para los venezolanos, que luchamos contra una mafia que no se detendrá en nada para seguir en el usufructo del poder.
Y es por ello que la aseveración de que “solo no podemos” no se refiere a una fraselogía publicitaria, sino a una realidad que se transforma en un grito de socorro enviado a todos los sectores democráticos del continente y del mundo.
Y con todo el respeto que se merecen quienes acompañan a Guaidó en el interinato, la verdad se debe y se tiene que decir, y esa verdad es que: María Corina tiene razón.