¿Había otro modo más disimulado de colarse a las filas del régimen? ¿Había otro modo menos truculento? Lo ignoro. Henrique Capriles y Stalin González montaron su sainetico más tosco, más definitivo. El que los acopla en defensa de las elecciones fraudulentas de la tiranía. ¿Se podía esperar de ellos otra acción? No lo creo.
Ambos andan hace tiempo largo (por años) en afán de negociadores, en busca de lavarle manos, cara y pies a los criminales que han secuestrado Miraflores, que han secuestrado a todos en este país. Son simulacros ramplones de opositores. Lo bueno es que nadie lo ignora. La mesa opositora cojea no de ahora, no avanzó nunca. Entre otras razones por contener a estos infiltrados que, por cierto, no son los únicos. Esperando agazapados el que creen más afortunado momento para el zarpazo. Por suerte, los liquidados serán ellos.
Turbia toda negociación que antes intentaron. Con noruegos y quién sabe cuál otro nórdico país favorecedor del régimen de Maduro. Pero el peor de sus papelones lo acometen ahora, nada menos que con Turquía. Secuasez en criminalidad con los rojos venezolanos.
La simulación no les quedó, como siempre les ha ocurrido, para nada bien. El régimen le plantea a los turcos la posible conversa, los turcos llaman a Capriles y Stalin queda como pelele en medio. Así se hace creer que, quien lamentablemente fuera gobernador de Miranda, es un adalid político de la negociación. Burdísima maniobra para resultar, como resultó, apoyando las elecciones que era lo que finalmente esperaban: hacer creer “teatralmente” el “cuento” (no pretendo ofender el arte. Nada más lejos de mi propósito) que se liberaron los presos por causa de unos términos de una inquebrantable negociación con una llamada telefónica. Nada más. Nada menos. La llamada milagrosa al impoluto político arrumado. Está muy a la vista el desmantelado proceder. Usan los presos políticos (no a todos, claro) para taparear su felonía. Para tratar de burlar la burla de la que serían objeto si apoyaban el fraude así, sin más. No les queda nada bien ese teatro ramplón. Hubieran sido más honestos ante el país si declaran de una vez y abiertamente que se lanzan con el fraude. Y al régimen que necesita abrir una espita para hacer creer también al mundo que son magnánimos y, ahora sí, se interesan por los derechos humanos. Por los venezolanos arrastrados por su despotismo.
Todos sabemos aquí de ese juego. Los presos políticos pueden volver a las mazmorras cuando al régimen le dé la puntada de nuevo. Y otros tantos, muchos otros. Tantos. Cuando ya no le interese lavarse la cara ante el mundo ni que dos “colosos” de la política parasitaria se la laven.
Gracias Henrique Capriles. Gracias Stalin González. Se terminó de desnudar por completo el fraude de su simulación. El de ustedes. Pero también el de ustedes y el de las elecciones. Vistan de rojo de una buena vez. No son más que otros secuaces que andaban malamente disfrazados. Repugnan soezmente.