Especialistas venezolanos advierten que los mercados a cielo abierto “son una bomba biológica”

Especialistas venezolanos advierten que los mercados a cielo abierto “son una bomba biológica”

Osman Rojas D. | LA PRENSA DE LARA

 

 

Su voz destaca entre el bullicio que habitualmente hay en el mercado Terepaima. “¡Ajo!, ¡comino! lleve los aliños a buen precio”, es la oferta que repite como mantra. Camina, de una calle a la otra tropezando con las personas, apartándolas con su brazo. Ríe, conversa, come y hasta abraza o besa a los demás vendedores. Donde ve mayor concentración de gente se detiene y grita promociones que llaman la atención de la colectividad. Cada vez que hace una venta toma el dinero en efectivo sin usar guantes. Lo agarra y lo mete al bolsillo casi de manera automática. Parece desconocer los riesgos sanitarios que hay en esta acción.





Osman Rojas D. || LA PRENSA DE LARA 

Esta no es la única imagen de irresponsabilidad que se evidencia en el Terepaima. A pocos metros, digamos que a unos diez, un vendedor de tomates trata de acomodar su mercancía. Mientras coloca sobre un guacal su fruto, conversa con las personas que tiene al lado. “Hoy se va a vender todo”, dice con una sonrisa que está a la vista de todo el mundo, pues el tapaboca lo tiene guindado de una oreja. “¡Chamo!, ven acá”, grita a un carretillero que se acerca a toda prisa. Al ver llegar al muchacho, el vendedor le entrega un par de cestas vacías. Saca de una bolsa vieja un puñado de billetes que entrega sin contar y hace un encargo en voz baja. Antes de que el joven se vaya el vendedor de tomate le da la mano. Una cortesía que es vista como un sacrilegio en medio de una pandemia.

El carretillero no se ha terminado de ir cuando un compañero le da un vaso pequeño con café negro. Una señora llega y pregunta en cuánto está el tomate. El precio la convence y pide una bolsa para escoger. Diligentemente el hombre agarra un pliegue y lo sopla. Otra violación a las normas sanitarias. La señora no se inmuta y sigue buscando el tomate. Agarra unos cinco o seis y los pesa. Entrega la tarjeta y recoge la mercancía. No tiene guantes y se va sin saber si su vendedor tuvo contacto con una persona infectada por coronavirus.

Esta escena no es propia únicamente del mercado Terepaima, pues se repite de forma constante en Las Catacumbas, en el centro, en el mercado Bella Vista o en cualquier espacio a cielo abierto en donde se comercialice comida. “Estamos en presencia de una bomba biológica que va a explotar en cualquier momento“, advierte el doctor René Rivas, presidente del Colegio de Médicos en el estado Lara.

Señala el experto que lo que se ve en los mercados terminará siendo un dolor de cabeza para las autoridades sanitarias. “Uno entiende la necesidad de la población de buscar cosas baratas, pero no podemos exponer así a las personas. La gente no tiene conciencia de las medidas sanitarias y eso se evidencia en el comportamiento de la sociedad”, señala.

Pero, ¿qué es lo que más preocupa a los especialistas?. De acuerdo a lo explicado por diversos expertos en salud pública la ola de contagios por COVID-19 tiende a aumentar cuando el distanciamiento social se irrespeta. En Liverpool, Inglaterra, pasó cuando, luego de un partido de fútbol que enfrentaba a un equipo inglés con uno español los contagios se fueron disparando. En España fue un hospital de Alcorcón el que no cumplió con las normas de distanciamiento y disparó los casos dentro en toda una colectividad.

Sin ir muy lejos, el estado Zulia vio cómo la cantidad de contagios subió drásticamente luego que se desatara un foco en el mercado Las Pulgas. Los efectos de esta irresponsabilidad fueron tan altos que, al día de hoy, la región occidental tiene la mayor cantidad de personal sanitario muerto. En la zona siguen apareciendo casos de COVID-19.

Nueva Esparta es otro de los ejemplos que se pueden citar. Allí una academia de béisbol disparó casos de coronavirus. Tan fuerte fue la ola de contagios en la zona que, en menos de una semana, la entidad superó los cien casos.

Teniendo estos ejemplos como referencia es lógico que el miedo se instale en el gremio médico, pues los especialistas saben que, de presentarse una persona contagiada a los mercados, el efecto colateral será devastador.

Osman Rojas D. | LA PRENSA DE LARA

 

 

 

La gente debe entender que el distanciamiento no es un capricho. Hasta ahora no hay una vacuna oficialmente aprobada y por eso es necesario disminuir las exposiciones de riesgo“, decía en días pasados el doctor Antonio González Mata, médico infectólogo.

El tema del distanciamiento social no se ve sólo en mercados a cielo abierto. En los comercios asiáticos, por ejemplo, se hacen colas enormes de personas que están respirando en el cuello a la otra. Hay tanta anarquía en estos lugares que muchas personas cargan el tapaboca en la oreja o en la mano y se lo colocan únicamente para entrar al negocio.

Lo que se ve en estos lugares debe llamar la atención de las autoridades regionales. No podemos permitir que estas cosas ocurran, pues son un acto de irresponsabilidad total. Es necesario manejar el asunto con mano dura“, dicen los expertos.

El equipo periodístico del diario LA PRENSA de Lara fue hasta el centro de la ciudad para evidenciar esta situación. Allí se pudo constatar cómo personas que están formadas en la cola se colocan encima de la otra. Cuando el sol calienta la situación es mucho más complicada, pues la gente se pega a los negocios buscando algún vestigio de sombra y eso termina generando una aglomeración mucho peor.

A las personas se les preguntó si estaban conscientes del riesgo a enfermarse que tienen al exponerse de esta manera. Muchos decían que sí, pero que lo hacen por la necesidad de ahorrar algún dinero o conseguir recursos para comprar. Otros aseguraban tener consigo un pote con agua y jabón que usaban para lavarse las manos; sin embargo, esta era prácticamente la única medida sanitaria que respetaban.

Lo que más preocupa de la situación que se desprende en los mercados es el riesgo que corren las personas de la tercera edad, pues en estos lugares es común ver a los abuelos usando de forma incorrecta el tapaboca. Lo curioso de esta situación es que la violación de las normas sanitarias se hace prácticamente frente a los funcionarios de seguridad que vigilan mercados y establecimientos asiáticos, pero poco o nada hacen para que se cumplan las normas sanitarias.