“El Gobierno Argentino continúa, a nivel político, en un enfrentamiento claro con las políticas bolivianas”, aseguró la canciller Karen Longaric, en diálogo con Infobae. La ministra denunció “injerencia” de miembros del gobierno de Alberto Fernández y una “intención de influir en el resultado de las elecciones”.
Por Fernanda Kobelinsky / Infobae
Según detalló, el 2 de septiembre pasado envió notas diplomáticas al Secretario General de las Naciones Unidas, al Secretario General de la OEA, y al Presidente del Consejo Permanente de la OEA en las que denunció “declaraciones de las autoridades argentinas que, en funciones oficiales, manifestaron su parcialización e intención de influir en el resultado de las elecciones en Bolivia”. “Esta intención constituye injerencia en los asuntos internos de Bolivia, y es contrario a los principios más básicos del derecho internacional público, y de las Cartas de las Naciones Unidas y de la OEA”, afirmó.
Longaric identifica episodios específicos en su denuncia: “El subsecretario de Obras Públicas de Argentina, Edgardo Depetri, se reunió con el ex presidente Morales y dijo que se comprometía ’a fortalecer la participación de migrantes en la elección presidencial, para que Bolivia vuelva a ser un país democrático’. Consideramos que ese es claramente un acto de injerencia y constituye un pronunciamiento equivocado e inoportuno sobre la realidad democrática de Bolivia”.
Otro ejemplo, agregó, es el de la ministra de la Mujer, Géneros y Diversidad en la Argentina, Elizabeth Gómez Alcorta, “quien ha firmado una Carta al Secretario General de ONU en su calidad oficial, en la que alega que el Gobierno de Bolivia no tiene intención de realizar elecciones. Nada más falso, en Bolivia, quien convoca a elecciones es el Tribunal Supremo Electoral, como cabeza del Órgano Electoral, que es un poder independiente del Estado, y las elecciones ya están fijadas para el 18 de Octubre”.
Para la canciller, “cualquier interferencia del gobierno argentino podría poner en riesgo la transparencia y la integridad electoral del voto boliviano en ese país”.
El pasado 10 de noviembre, tras las denuncias de fraude electoral de la OEA, Morales renunció a la presidencia de Bolivia presionado por las movilizaciones populares y las Fuerzas Armadas. Primero partió rumbo a Cochabamba y luego a la Ciudad de México, donde fue recibido por el presidente mexicano Andrés López Obrador. La compleja salida de Morales fue coordinada por Alberto Fernández, que aún no había sucedido a Mauricio Macri. Su participación fue clave y desde entonces su relación con el gobierno interino de Jeanine Añez no prosperó. Finalmente, Morales se instaló en Argentina y, desde aquí, eligió y presentó la fórmula presidencial de su partido, el MAS.
Consultada sobre si le preocupa la relación entre el Gobierno argentino y Morales, Longaric no dudó: “Sí, definitivamente”. Y agregó que el estatus del ex mandatario boliviano en Argentina “aún debe aclararse en cumplimiento con la normativa internacional de asilo y refugio”.
“Evo Morales abusa de su posición para generar inestabilidad política en Bolivia. No persigue un beneficio electoral o democrático. Solo busca provocar el conflicto entre bolivianos y eludir sus obligaciones ante la Justicia”, denunció.
Sobre la situación regional, la funcionaria se mostró satisfecha por el papel de su Gobierno interino: “Bolivia ha recobrado la institucionalidad como efecto del giro democrático que tomó en noviembre de 2019 cuando la fuerza moral del pueblo boliviano rechazó los intentos de Evo Morales de perpetuarse en el poder”.
Además, resaltó que “muchos gobiernos se han acercado a Bolivia, admirando la lucha democrática y estrechando sus lazos de amistad y colaboración”.
Sobre la crisis en Venezuela, otro de los focos de conflicto regional, Longaric ratificó su apoyo al opositor Juan Guaidó “por su lucha incansable por devolver la democracia a su país”. Si bien afirmó que el orden interno de Venezuela debe ser decidido por los venezolanos, insistió con que “no se puede tolerar que el nefasto régimen de Maduro continúe sembrando terror y autoritarismo y proyectándolo a toda Latinoamérica”.