La foto es famosa en el mundo entero. A pesar del paso del tiempo. En ella se ve a miles de personas saludando a Adolf Hitler en la Alemania nazi. Salvo un hombre. Ese hombre se llamaba August Landmesser.
Por: Clarín
El saludo adoptado por el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán debía ir acompañado del grito de ¡Heil Hitler!.
Todos lo hacían. Por convicción o por miedo. Pero Landmesser se negó. Nacido el 24 de mayo de 1910 en Pinneberg, Alemania, el heroico rebelde era trabajador de la empresa Blohm + Voss, en Hamburgo.
En 1931 se afilió en el Partido Nazi, aunque no lo hizo por simpatías sino para conseguir trabajo, ya que la afiliación era recurso esencial para obtener uno.
En 1934 Landmesser se había enamorado. Fue cuando se cruzó con Irma Eckler. Ella también se enamoró perdidamente pero llevaba consigo un estigma para esa época y ese lugar: era judía.
El amor supera todas las barreras y la pareja llenó una solicitud para casarse en agosto de 1935. Pero la misma fue rechazada ya que las Leyes de Nuremberg, promulgadas en aquella época lo impidieron. Un alemán no podía casarse con una judía.
No les importó. Se fueron a vivir juntos.?
Landmesser fue expulsado del partido nazi. Al hombre no le importaba. Sólo le interesaban Irma e Ingrid, la hija que ambos tuvieron en octubre de 1935.
El 13 de junio de 1936, el Partido Nazi organizó el bautismo de una nueva nave de la Armada alemana, la Horst Wessel, en los astilleros de Blohm + Voss de Hamburgo. Los obreros asistieron en masa y realizaron el saludo nazi. Salvo Landmesser, que se mantuvo de brazos cruzados. Y entró a la historia.
Esa foto se convirtió en un emblema del desafío. Pero fue su certificado de defunción en vida.
Al año siguiente, en 1937, el gobierno nazi emitió una directiva secreta.
“Directiva secreta del Jefe de la Policía de Seguridad, 12 de junio de 1937: en caso de unión entre un hombre alemán y una mujer judía, la pareja debe ser llevada a la custodia protectora inmediatamente después de que se hayan completado los procedimientos legales. La directiva no es para divulgación pública”.
La pareja estaba a punto de tener a su segunda hija: Irene.
Landmesser trató de huir de Alemania con su mujer embarazada e hija para dirigirse a Dinamarca. Fue detenido en la frontera y otra vez le impusieron las Leyes de Nuremberg, por las cuales fue acusado de “deshonrar a la raza” y de “infamia racial”.
Landmesser fue absuelto en mayo de 1938 por insuficiencia de pruebas pero dos meses después fue arrestado nuevamente porque seguía viviendo con Irma y sus hijas, ya que también había nacido Irene.
Su amor y valentía le costó que lo enviaran tres años al campo de concentración de Börgermoor, donde se utilizaba a los reclusos para la fabricación de armamento.
Su condena puso en marcha el edicto secreto e Irma fue detenida junto a sus hijas.
Irma fue pasando de un campo de concentración a otro: primero en Oranienburg, donde el nazismo le quitó a su dos hijas que fueron enviadas a un orfanato.
El padrastro ario de Irma pudo recuperar a Ingrid, que fue criada por su abuela. Irene, en cambio, quedó en el orfanato.
Irma, que no sabía el destino de sus hijas y tampoco el de August, fue trasladada a otros dos campos de concentración: Lichtenburg y Ravensbrück. De allí fue llevada en 1942 al campo de Bernburg, donde la asesinaron en una cámara de gas.
En enero de 1941 August Landmesser salió en libertad. No sabía donde estaban sus hijas, ni jamás se enteró que su mujer estaba en un campo de concentración y un año después sería asesinada.
Su dolor no terminó allí.
En ese 1941 fue reclutado y enviado al frente. Nunca pudo reunirse con sus hijas ni saber el destino de su esposa. El hombre terminó combatiendo en el Bewährungsbataillon 999.
En noviembre de 1944 fue reportado como desaparecido y presuntamente muerto en una batalla en Ston, una población de la actual Croacia. Finalmente, en 1949 fue declarado oficialmente muerto.
¿Que fue de la vida de Ingrid e Irene?
Ingrid nació en 1935, antes de que entraran en vigor las Leyes de Nuremberg y escapó de gran parte de la persecución anti judía de la era nazi. La pequeña vivió con su abuela materna hasta la edad adulta.
La hermana menor de Ingrid, Irene, nacida en 1937, fue clasificada como judía, por lo que debía llevar una estrella amarilla en todo momento. Después de un período en un orfanato en el que sufrió abuso físico, fue adoptada por una familia llamada Krause en 1940 y luego devuelta al orfanato donde fue nuevamente adoptada en 1941, esta vez por la familia Proskauer.
Pero su suerte siguió siendo dolorosa. Le cambiaron el nombre por el de Reni Proskauer, pero se descubrió que su padre, Erwill Proskauer, era judío. El hombre fue llevado a un campo de concentración.
Irene, de 5 años, fue enviada a un campo de concentración junto a otros huérfanos. Un conocido logró sacarla del lugar y fue enviada a Austria durante varios meses. Ella fue la única sobreviviente del grupo de huérfanos.
Después de la guerra, los Proskauer volvieron a tener a Irene, ero los problemas entre marido y mujer hicieron que la pequeña terminara finalmente en otro orfanato ya que los Proskauer nunca la adoptaron oficialmente.
Finalmente y después de 50 años, Irene se puso en contacto con su hermana Ingrid y ambas comenzaron a investigar la historia familiar. Y dieron con la famosa fotografía de su padre con los brazos cruzados.
?Esa foto se halla expuesta en el centro de documentación “Topografía del Terror” de Berlín, en la antigua sede de la Gestapo y las SS en el número 8 de la calle Prinz Albrecht, desde 1945, tras la toma de la ciudad por las tropas del Ejército Rojo de la URSS.
Hoy, el saludo fascista está prohibido en Alemania y Austria, y quienes utilicen la frase ¡Sieg Heil! (Viva la victoria) pueden ser condenados con hasta 3 años de cárcel. Otro tiempo. Una historia mejor.
Mientras, desde esa foto en blanco y negro, un hombre enamorado, con? los brazos cruzados y rodeado de miles que hacen el saludo nazi, parece enorme.
Una gran historia de amor. Que ni siquiera la muerte pudo borrar.