“¡Déjame llorar sobre mi cruel destino!
¡Y por lo que anhelo, la libertad!”
Handel (Lascia ch’io pianga)
Humildad
Las críticas sobre el gobierno del presidente Juan Guaidó son comprensibles, quiero decir las no histéricas, obsesivas o cínicas. La frustración es casi unánime y deriva del fracaso de no haber logrado, por ahora, el cese de la usurpación, además, la inmensa expectativa de libertad que se creó es del mismo porte a la decepción de no haber logrado el objetivo.
El presidente, su equipo de gobierno y los venezolanos patriotas que estamos luchando contra la tiranía tenemos que ser conscientes de los fracasos para rectificar y trazar el camino definitivo de la libertad. Todos unidos, escuchándonos, debatiendo, pero decididos.
Humildad, mucha humildad, para reconocer que todos aportamos.
Audacia
Aunque ninguna traición es justificable, ni la de Judas ni la de Capriles ni la de nadie, hay que comprender que los jorobados de la política siempre buscarán un subterfugio, una artimaña, una treta, para escurrirse entre las rendijas del poder y alcanzar sus egoístas y, por lo general, miserables fines. No tienen compasión, no sienten, su apetito voraz los ciega. A veces, no es sólo su voracidad la que los nubla, a veces, muchas veces, es la estupidez.
De lo que debemos ser conscientes es que mientras los procesos políticos se alargan la frustración y la traición crecen. El enemigo, es decir, la peste chavista que lo corroe todo, también juega: seduce a los débiles y los envenena con sus pócimas económicas. No podemos esperar más.
Audacia, mucha audacia para acelerar los procesos.
Prudencia
Aunque seamos críticos de la Asamblea Nacional (AN) debemos entender que es ella la institución legitimada para guiar los destinos de la insurrección en Venezuela. La AN, presidida por Juan Guaidó, mundialmente reconocida por las principales naciones del mundo, mal que bien es la que ha acorralado a la tiranía –que jadea, que está sin aire–, por ello menoscabar su fuerza es reducir nuestra propia legitimidad libertadora frente al mundo. No lo hagamos. La AN nos representa.
Si no entendemos, si no somos conscientes de que si deseamos apoyo internacional debemos fortalecer la legitimidad de la AN, no destruirla, no lograremos nuestro fin último.
Prudencia, mucha prudencia, con nosotros mismos.
Coraje
No le queda mucho tiempo al presidente Juan Guaidó ni a sus aliados estratégicos para encontrar una salida nacional, movilizada, rebelde y muy corajuda para salir de la tiranía. Por suerte, error de los tiranos, su ataque y persecución son a todos los factores políticos. Nadie está exento. Unidos por la herida histórica debemos proceder sin contemplación contra el chavismo.
Seamos conscientes de que lo único que nos liberará de la peste es una monumental rebelión popular nacional, un levantamiento masivo de la población contra los delincuentes que nos rigen. Somos millones contra máximo 100 delincuentes.
Coraje, mucho coraje, para tomar la decisión del asalto.
Conciencia
Tracémonos un límite de tiempo, planifiquémonos, organicemos y asaltemos masivamente el poder, ya basta de ver a nuestro pueblo sufriendo tanta humillación y penuria, la rabia popular está en la calle, es una bomba humana a punto de estallar, un tsunami de ferocidad que quiere ser libre y arrasar al chavismo, morderle su corazón podrido y escupirlo frente a la historia, para pisotearlo después.
Que la humildad, la audacia, la prudencia y el coraje fomenten el despertar de nuestra conciencia para que, en el corto plazo, los venezolanos reduzcamos al silencio a la maldita tiranía chavista. Sí, conciencia, mucha conciencia para finalizar la agonía.
El tiempo de la libertad es ya…