Los viejos ascensos se hicieron posible gracias a un factor llamado de corrección que con Chávez y Maduro ha llegado a los extremos del suicidio institucional de la Fuerza Armada Nacional, porque por mal o muy mal que haya salido el oficial aspirante al ascenso en las evaluaciones, queda a discreción de o de los superiores jerárquicos corregir la nota o el puntaje para su efectiva promoción. La fórmula de la que se ha abusado da cuenta de una pérdida de calidad de la oficialidad promedio, definitivamente hipotecada por sus vínculos con la usurpación y, por supuesto, por la lealtad a las directrices cubanas que ejercen realmente la jefatura de la corporación militar venezolana. Luego, el mérito y la meritocracia no constituyen la regla por excelencia para el desempeño convincentemente profesional del soldado de carrera, acelerando la propia descomposición de la Fuerza Armada Nacional que también ha copado la Administración Pública Nacional, periendo su identidad y propósito constitucional.
La Fracción Parlamentaria 16 de Julio, al plantear el Proyecto de Ley de Ascensos Militares que ha aportado el Coronel (Retirado) y Doctor en Derecho, Ángel Bellorín, también cree conveniente la desaparición del llamado factor de corrección, un elemento arbitrario y contraproducente para el desempeño de una Fuerza Armada que el socialismo ha pretendido destruir. Ya basta del ascenso de los que tienen mérito a grados cada vez más decisivos que, faltando poco, nos llevan a la articular y muy tercermundista situación de 200 generales, añadidos varios generales en jefe, irrespetando al propio país, muchos de los cuales están ociosos en sus casas. Además, la iniciativa legislativa actualiza un problema para otros ámbitos de la vida nacional, pues, en relación al oficio de los políticos, sumada la oposición, no todos lo son y no son todos.