Este martes 29 de septiembre, Nicolás Maduro acudió al Palacio Legislativo para pedirle a la Constituyente cubana, la cual próximamente será disuelta, que redacte una nueva y arbitraria “ley antibloqueo” con la que el vocero chavista espera mermar la política de sanciones encabezada por Estados Unidos y la reiterada condena al eventual show electoral de diciembre.
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“Vengo a solicitar al poder Constituyente la aprobación de una ley para enfrentar la más perversa y brutal agresión que ha sufrido nuestra patria en 200 años de vida republicana”, fue el exagerado comentario del vocero chavista al iniciar su discurso, quien entregó él mismo el proyecto del nuevo reglamento, sobre el que no explicó muchos detalles.
Lo que sí dijo es que la “ley antibloqueo” espera ser un mecanismo para garantizar que los activos internos se mantengan en las manos del régimen. La propuesta de Maduro también incluiría otra serie de medidas económicas ficticias que ya su administración ha prometido en diversas oportunidades sin cumplir ninguna.
La lectura de Maduro, redactada al estilo del régimen castrista, estuvo concentrada principalmente en condenar los avances de EEUU y la presidencia encargada de Juan Guaidó con el objetivo de salvaguardar los activos de Venezuela en el exterior y debilitar las instituciones controladas por el chavismo.
“En cinco años el bloqueo logró cortar de un tajo el financiamiento al país, impidiendo que el Estado disponga de las divisas para adquirir los alimentos, las medicinas, los insumos y materias primas esenciales de la actividad económica”, expresó Maduro, quien volvió a desempolvar la degastada acusación de que EEUU desea “saquear las riquezas de nuestro país”.
Además, Maduro señaló que, según sus datos poco confiables, las sanciones de EEUU son las responsables del 58 por ciento de la debacle productiva de Pdvsa. ¿Y el otro 42 por ciento?
“Si gana Trump, lo enfrentaremos y lo venceremos. Y si gana Biden, también lo enfrentaremos”, fue lo último que vociferó “el hijo de Chávez”, quien se considera a sí mismo con un “fiel creyente en el diálogo”.