Si usted se enchufó en “eso” que, en sus comienzos, recibió el remoquete de “Revolución Bolivariana”, pero que pronto, muy pronto, degradó en vulgar y barriobajera, “Robolución”, así, a secas y sin necesidad de más adjetivos.
Si usted, como la totalidad de sus conmilitones, hizo lo que hizo, para forrarse. Sobornos, sobreprecios, comisiones, tráfico de influencias, extorsiones, guapo y apoyado en su condición de activista del quilombo.
Si usted, que la primera vez que le hablaron de narcotraficar, se escandalizó: “¿Yo! Perdóneme, camarado ¡Soy un corrupto decente, camarado! Lo mío es guisar”.
Si después de semejante negativa, usted, comenzó a sentir que lo miraban feo. Que lo ninguneaban. Que lo estaban dejando por fuera como las guayaberas: “¿Será cierto o producto mi imaginación?” – se preguntaba.
Si su dilema hamletiano, ser o no ser narco, se le esfumó cuando lo presionaron “moralmente” con el bíblico: “O frío o caliente o te vomitaremos de nuestras bocas, camarado”.
Si usted, al final, le fue cogiendo el gustico y el gustote: “¡Qué mantequilla! ganarse millones de dólares, con unos pocos alijos y, de paso, escudarme en que “¡Estoy minando las bases del mismísimo Imperio!”
Semanas atrás, comentábamos las jugosas recompensas que reciben quienes siendo ajenos a un fraude, delaten a los que estafen al Tesoro de EE UU. Pero un narcochavomadurista que delata a otro narcochavomadurista, ante el Tío Sam ¿No recibe ningún incentivo?
En términos generales la legislación criminal de EE. UU., prevé que, todo “objetivo” o acusado en una investigación en curso, que celebre pactos con las autoridades podrá optar, solamente, a beneficios procesales.
Existen tres modalidades de tal quid pro quo.
Mediante los acuerdos de cooperación, (Cooperation Agreements, cfr. Federal Rule of Evidence 410) el cooperador se compromete a declararse culpable de una o varias felonías, a aportarle a las agencias de investigación evidencias contra los jefes de mafias y, a cambio, recibir rebaja sustancial de su condena, más ciertos beneficios procesales.
Existen, además, los Acuerdos de No Persecución, (Non Prosecution Agreements, NPA) que por lo general, consisten en una promesa de la autoridad -división de la DEA o el FBI más la Oficina del Fiscal Federal- que no procesará al cooperador por los hechos vinculados con la cooperación (Manual del Fiscal de EE. UU. § 9-27.630.).
La tercera y última categoría es la Deferred Prosecution Agreements o Acuerdos de Persecución Diferida. Similares a los NPA, pero a diferencia que el gobierno presenta cargos contra el cooperador a tramitarse conforme a la Ley de Juicio Rápido de 1974 (18 U.S.C.§§ 3161-3174) bajo el entendimiento que la sentencia quedará suspendida. Después de un cierto tiempo, el gobierno desestimará los cargos de manera definitiva, si el cooperador ha cumplido con lo pactado.
Entre las ventajas, de los tres mecanismos mencionados destaca, que en casos similares al relato que abrió la presente crónica, el respectivo cooperador, puede negociar con la DEA y la Fiscalía desde la comodidad de su hogar en Venezuela. Aún más, negociar mientras sigue cobrando 15 y último como funcionario de la roboLución y cobrando sus consabidas coimas. Basta que designe, por escrito, su Attorney Proffer (Abogado Oferente) con práctica profesional en la localidad donde cursa la investigación respectiva, en EE. UU., de modo que el letrado suscriba “preacuerdo” con las autoridades. Así el proffer, es decir, el narcochavomadurista, cuando se evada de Venezuela e ingrese a EE UU, hallará todo precocinado. Subrayamos lo de “precocinado”, porque el acusado u objetivo de la investigación criminal, tendrá que cumplir tramitaciones adicionales, todavía laboriosas.
La importancia de tales acuerdos suscritos con antelación, es que el narcochavomadurista, de la hipótesis, conserva mayor capacidad de negociación. No es lo mismo negociar estando libre, en Venezuela, que negociar desde un calabozo en EE UU.
La narconave roboLucionaria, está escorada, a la deriva, ha comenzado a hacer agua. Ya ciertos roedorcillos, saltaron por la borda. Un exconsultor jurídico de Pdvsa y un exbanquero del régimen celebraron recientemente, sendos proffers.
Refugiarse, en Rusia, Cuba, Turquía, para guarecerse una vez la RoboLución sea cadáver, no son opciones. Putin, Raúl Castro, Endorgan, los tiranos, en general, cobran megavacunas a cambio de refugios. A la vuelta de unos pocos meses, los prófugos, quedan en la mismísima carraplana.
Para luego es tarde, “señores” narcochavomaduristas. Hagan peso, para terminar de rematar la pesadilla. Negocien con la DEA, evidencias contra sus superiores. Contra el Narcoprimero o contra el Narcosegundo de a bordo de la RoboLución. Contra los narcogeneralotes. Contra los narcoministros y narcopróceres. Contra los magistrados que estén en el narcoajo y gánense sus condenas rebajadas o sus juicios terminados o suspendidos.
@omarestacio
El articulista es abogado, acreditado ante Colegio correspondiente de Caracas y ante la Barra, también correspondiente, de Florida, EE. UU., como consultor en derecho venezolano. Con el presente artículo no pretende emitir dictamen jurídico, sino opinar, con libertad, como cualquier ciudadano. El cronista, bajo ninguna circunstancia, aceptará patrocinar profesionalmente, ningún caso relacionado con la materia tratada en este artículo.