Deshojando el qué hacer para aplacar la convulsión, el primer paso lo dio el propio Golem, en clave de terror disuasivo, amenazando a quienes reclaman alimentos, gasolina y todos los servicios públicos: “¡si quieren calle tomen nota que en la calle es que somos buenos, somos ‘candanga con burundanga’, mucho cuidado!”. Una exhortación extraída de su rico arsenal literario. Pero poco eficaz ante gente que cada vez tiene menos que perder.
Los cerebros pensantes y siniestros de la banda, al parecer lo disuadieron de emplear esa oratoria, “lo más importante es que no sigan culpándote a ti, recuerda que vienen elecciones, es necesario inducir otra narrativa ”. Así que recurrieron al viejo y manido expediente de buscar otro culpable, asesorados por los camaradas cubanos, de conocimiento enciclopédico sobre la materia: las sanciones del imperio son las causantes de todos los males, las desactivamos y prometemos paz y progreso, todo empaquetado en una ley anti bloqueo.
El proyecto de tal ley es una retórica incoherente, en colcha de retazos, a ser aprobada por la ilegítima asamblea constituyente. Promete fantasías como “recuperación de la capacidad de ahorro del venezolano…servicios públicos de calidad…impulso a la inversión privada… pleno disfrute de los derechos humanos…” En otras palabras, devolverle a los venezolanos todo lo que ellos mismos han arrasado en estas dos décadas.
Una fábula de distracción electorera, que tendrá la misma eficacia de aquellos fanfarroneados “14 motores de la reactivación del país…”