El término “estado profundo” no es nuevo, ya se ha usado en otros países como Egipto y Turquía, pero es en la administración Trump en donde más se ha mencionado para señalar una conspiración interna de personas del propio gobierno, una especie de poder fáctico dentro de la estructura administrativa del estado que opera en las sombras para sabotear la gestión presidencial de Trump. El Arzobispo Vianó en su epístola a Trump señala que el “estado profundo” ha alineado y financiado a la izquierda radical para organizar el caos de los recientes disturbios en Estados Unidos, manipulando la opinión en casos tan dolorosos como el de Floyd asesinado por la policía, además ha intentado crear una opinión desfavorable en relación a la opinión de Trump en temas sensibles como el ambiente y el Corona virus con fines electoralistas.
Lo cierto es que algo de cierto hay en la teoría conspirativa del “estado profundo”, asociada a los iluminati, algunos masones y otras sectas que son señaladas de conspirar contra el modo de vida de occidente, que con todas las imperfecciones que tiene, es mejor que el autoritarismo chino y el radicalismo islámico.
Entendido como lo desarrolla el arzobispo italiano, Trump libra una guerra por la defensa de la cristiandad, la libertad, la familia y la moral, no se trata en su opinión de un Presidente más de los Estados Unidos, Trump para el ex nuncio es un cruzado contemporáneo en defensa de la cristiandad. Si damos por cierto que Trump libra una guerra para preservar los valores positivos de occidente, entonces Maduro con todas las de la ley es una pieza de esa guerra con Cuba, Irán, Turquía, China y Rusia, eso sube el nivel de riesgo para Maduro, pues con sus alianzas económicas y políticas con esos países, es percibido como un peligro para la seguridad interna de los Estados Unidos.
Chávez y Maduro nos metieron en ese tablero, el gobierno de los Estados Unidos entiende perfectamente que no se trata solamente de ayudar a un país y sus ciudadanos a recuperar las libertades democráticas y los derechos primordiales consagrados en la carta de la ONU y en la propia constitución de la república, se trata también de neutralizar los peligros cercanos a la seguridad de los Estados Unidos. Trump lo tiene claro, como dice el ex nuncio del Vaticano, se trata de una guerra de los hijos de la luz contra los hijos de la oscuridad.