Venezuela sumará el próximo noviembre tres años consecutivos de hiperinflación, es decir, de alza descontrolada de precios de bienes y servicios. El desatasco de semejante cuadro depende de una serie de pasos que debe incluir hasta la creación de una nueva moneda, según expertos.
Por Gustavo Ocando Alex / voanoticias.com
La inflación en el país suramericano entre enero y agosto fue de al menos tres dígitos, reportaron instituciones controladas por el chavismo y por la oposición.
El Banco Central de Venezuela, administrado por funcionarios adeptos al gobierno en disputa de Nicolás Maduro, informó esta semana que la inflación acumulada en los primeros nueve meses de 2020 fue de 844,1%.
El Parlamento, de mayoría opositora, reveló que el indicador de precios acumulado en 2020 subió, hasta agosto, a 1.079,67%. Ambas cifras representan, por lejos, la inflación más alta del mundo.
La recuperación de la producción venezolana es vital para vencer la hiperinflación, opina Alfredo Ordóñez López, economista y coordinador de la maestría en Economía Internacional de la Universidad Central de Venezuela.
“Una economía que no produce difícilmente pueda mantener unos precios estables, por la ley de demanda y oferta”, explica a la Voz de América.
El Fondo Monetario Internacional, FMI, publicó que Venezuela registró la caída de 70,1 puntos de su Producto Interno Bruto entre 2013 y 2019. Es el peor registro del continente americano en la última década, según el organismo.
Ordóñez López opina que la reactivación de las líneas de producción, como fábricas, medianas y pequeñas empresas, generaría suficientes empleos para alcanzar otra herramienta determinante en la lucha antiinflacionaria: el aumento del poder de compra del venezolano.
José Miguel Uzcátegui Lima, economista de la Universidad Central de Venezuela y analista financiero, apoya la idea, pero se dice consciente de que la crisis venezolana roza lo “dramático” tanto como lo inédito.
“Esta economía dejó de ser monoproductiva (de petróleo). Tenemos contracción económica e hiperinflación. Es como tener cáncer de próstata y una afección cardíaca. Hay que ampliar el universo de la producción”, comenta a la VOA.
Nueva moneda y autonomía
Uzcátegui Lima, con 60 años de experiencia en los análisis financieros, valora que una fórmula antiinflacionaria debe contemplar una mejor disciplina fiscal, la autonomía del Banco Central y, como epicentro, una nueva moneda.
El bolívar venezolano vive una constante depreciación. En enero de 2020, un dólar representaban cerca de 50.000 bolívares en el mercado paralelo de divisas. Hoy, una unidad de la moneda estadounidense roza los 440.000 bolívares.
“Que la llamen como quieran. Crearía una imagen psicológica de buen negocio, un ambiente de confianza”, aconseja el economista.
Su iniciativa se asemeja a los postulados del Plan País, un conjunto de propuestas del gobierno interino de Juan Guaidó y del Parlamento para reconstruir integralmente a Venezuela durante y luego de una transición.
José Guerra, economista y diputado opositor, explica a la Voz de América que, en cuanto ocurra un cambio político en Venezuela, se procurará detener la impresión de dinero para cubrir el déficit fiscal del Estado.
“La hiperinflación es la enemiga de Venezuela. Ha acabado con el salario, la pensión, la jubilación. Así, es difícil que la economía pueda recuperarse”, afirma.
Además, se prevé el financiamiento internacional de las reservas del BCV por parte de organismos como el FMI y el Banco Mundial, así como de “un combo de países” con gobiernos aliados de la eventual transición en Venezuela.
El apoyo foráneo ayudaría a restablecer las líneas de crédito para importaciones y financiar programas sociales. La renegociación de la deuda externa es otro punto determinante. Una nueva moneda, asimismo, es fundamental, acota.
“El bolívar es una moneda repudiada por los venezolanos. Le han hecho dos reconversiones monetarias y le han quitado ocho ceros (a su valor nominal). Hay que establecer una nueva moneda nacional. Tiene que fijarse con una moneda fuerte, como el dólar o el euro, para evitar su devaluación por un buen tiempo”, detalla Guerra, hoy en el exilio.
Según sus cálculos, la toma conjunta de esas políticas económicas ayudaría a que la hiperinflación ceda en un plazo “rápido”, de seis meses.
El ‘giro total’
Ordóñez López, por su parte, está ganado a la idea de manejar un mejor control cambiario en Venezuela, vigente desde 2013 entre denuncias del sector privado de que el Estado los ha ignorado en la asignación de divisas preferenciales.
Vería con buenos ojos suspender del todo la restricción cambiaria, incluso. A su juicio, la “condición severa” de la economía demanda una convertibilidad libre, “de golpe”, que ayude a neutralizar la hiperinflación en uno o dos años.
Ni Uzcátegui Lima ni Ordóñez López avizoran al madurismo doblegando la inflación. El primero urge a la resolución del “problema institucional” de Venezuela; el otro llama a un “giro total” del sistema político y económico.
Ambos coinciden en que debe haber reglas económicas “claras” y acceso a recursos de organismos internacionales, como plantea el Plan País.
Un “pacto antiinflacionario” debe nacer del artículo 299 de la Constitución, que prioriza un acuerdo entre el Estado y los privados para promover “el desarrollo armónico de la economía”, remarca, con insistencia, Uzcátegui Lima.
“Este proceso de Venezuela no tiene soluciones en ningún libro de economía. No hay ningún manual para combatir la inflación venezolana”, advierte.
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