En el humilde mesón (vecindad) de su niñez en El Salvador, Mario Arévalo soñaba con ser médico, pero en Estados Unidos le aguardaba otro destino: con el apoyo de maestros, aprendió a cantar hasta convertirse en una estrella ascendiente en el mundo de la ópera o, como algunos de sus fanáticos lo describen, en un “doctor de las almas”.
Como miles de jóvenes que han emigrado de Centroamérica, Arévalo, de 35 años, también vivió la extrema pobreza en su natal San Vicente, pasando de un mesón a otro cuando su madre, que lo crió sola, no podía pagar el alquiler.
En entrevista telefónica con Noticias Telemundo por el Mes de la Herencia Hispana, Arévalo–radicado en Nueva York– reflexiona sobre cómo venció las adversidades, con el apoyo de su madre, y de la maestra de inglés como Segundo Idioma (ESL, por su sigla en inglés) que lo alentó a perseguir una carrera artística.
“Mi maestra de ESL fue la que descubrió que tenía talento y me introdujo a clases de coro y música, después conocí a maestros de canto, y creció mi amor por la música”, explicó Arévalo.
De fácil reír, Arévalo no olvida las polvorientas canchas de fútbol en las que jugó de niño en San Vicente, ni sus pantalones remendados, ni aquellos zapatos de coloridas luces que un amigo recibió de regalo de su madre en Estados Unidos.
“Fue muy complicado poder llegar a espacios donde sólo había anglosajones; no fue fácil ser un latino en audiciones con 500 o 600 personas, que compiten por uno o dos puestos en una producción”, agregó.
El año pasado, Arévalo participó en el XXII Concurso y Festival Internacional de Canto Lírico, en Perú, donde representó por primera vez a El Salvador.
El artista, que ha sido nombrado “embajador de buena voluntad para la Cultura y Bellas Artes” por la Asociación de Naciones Unidas de El Salvador, también dedica su tiempo a impartir clases de canto y formar nuevos talentos.
La ópera es “para todos”
Debido a mitos y estereotipos, para muchos jóvenes latinos la ópera puede ser una experiencia ajena e intimidante, especialmente si la cultura popular los atrae con baladas, bachatas o reguetón, pero Arévalo insiste en que la ópera “es para todos”.
“La ópera es un drama actuado y cantado: una canción de Camilo Sesto, sólo la puedes escuchar, pero con la ópera la puedes ver, sentir, escuchar. La ópera te traslada a lugares emocionantes, increíbles, aunque no entiendas el lenguaje”, precisó Arévalo.
Algunos de los mitos, según Arévalo, es que las óperas sólo existen en italiano o alemán; que son solo para gente adinerada; que hay que vestirse de esmoquin o vestidos largos para una función, o que el cantante o la cantante siempre son gordos y usan cascos vikingos.
Con el compromiso de acercar la ópera a futuras generaciones, Arévalo viajó el año pasado a San Vicente donde ofreció una función gratuita, en un poblado rural que nunca había presenciado una ópera.
La función, que contó con artistas nacionales y uno de Alemania, atrajo a casi mil personas en el teatro, y a otras 16,000 que la vieron en vivo a través de Facebook.
“Fue lo mejor en mi vida… pero lo que más me tocó el corazón es que después del concierto, se me acercó una vendedora de frutas y me dijo que estaba agradecida de que llevé la ópera al pueblo ‘y a sus oídos, que nunca la habían escuchado’”, recordó.
Arévalo ayudó a recabar fondos para la construcción de un centro cultural para familias pobres en San Vicente, el primero de su tipo en la zona y que previsiblemente será inaugurado en 2021.
Ese proyecto, producto de la iniciativa ciudadana “Yo quiero mi teatro”, incluirá una biblioteca y clases de arte, música y ballet, en el antiguo edificio del Teatro Jiboa, y ha contado con el apoyo tanto del anterior gobierno izquierdista de Salvador Sánchez Cerén, como del de Nayib Bukele.
También fundó la organización “Una Voz, Un Mundo”, una iniciativa artística desde donde ha entregado instrumentos musicales a niños del poblado de San Esteban Catarina, en San Vicente, además de promover el talento musical de las mujeres y minorías.
“Empecé esa iniciativa para que los jóvenes latinos tuvieran una plataforma para presentar su música, de Latinoamérica, de compositores latinoamericanos, porque también existe la ópera latinoamericana”, precisó.
En enero pasado, su organización distribuyó regalos a niños pobres en San Vicente, con motivo del festejo de “los Tres Reyes Magos”, pero su principal meta es promover el acceso de jóvenes de bajos recursos a las artes, especialmente porque muchas escuelas en Estados Unidos han perdido fondos para programas de arte y música.
Arévalo, que gusta más de las óperas con finales dramáticos, asegura que está agradecido por las oportunidades que ha tenido en Estados Unidos, porque en su vida quedan muchas arias por delante.
“Te juro que nunca soñé que todas estas cosas ocurrirían en mi vida, porque vengo de un lugar muy humilde. Es impresionante las oportunidades que la vida te da, y hay que aprovecharlas”, puntualizó el tenor.