La presencia de Hezbolá en Venezuela es etérea. Hasta el momento, los expertos en contraterrorismo especializados en este grupo descartan que haya campos de entrenamiento, soldados o líderes emblemáticos en el país.
Por: Andreína Itriago / El Tiempo
La suya es, más bien, una “omnipresencia” a través de clanes familiares que Hezbolá ha captado para establecer redes de apoyo para operar en esta nación caribeña.
“No es diferente a lo que hacen en otras partes del mundo (…) mientras estos clanes están trabajando en Venezuela, Hezbolá siempre va a tener presencia”, explicó a EL TIEMPO Joseph Humire, director general del Centro para una Sociedad Libre y Segura (SFS, por sus siglas en inglés), un laboratorio de ideas con sede en Washington (Estados Unidos).
En esta red logística cabría todo tipo de operaciones, según el especialista: las ilícitas, como el narcotráfico; de movilización, “desde armas hasta refugiados”; e incluso de reclutamiento, aunque esta no sería una actividad fuerte en Venezuela. Pero la más importante, a su juicio y de otros, es la de financiamiento.
“Están buscando muchos mecanismos para hacer lavado y evadir sanciones. Tanto financiamiento legítimo, como financiamiento ilegítimo”, agregó Humire.
Esto estaría dando resultados. En conversación con este diario, el comisionado contra el Terrorismo y el Crimen Organizado de Juan Guaidó –reconocido como presidente interino de Venezuela por 50 países–, el diputado Carlos Paparoni, aseguró que para la década de 1980, el grupo levantaba entre 90 y 100 millones de dólares en América Latina. En la primera década de este siglo, eso aumentó a entre 900 y 1.100 millones de dólares al año.
“Ese crecimiento, sin que pueda ser detectado, solo lo puede explicar la economía venezolana. Por la cantidad de dinero que salió de Venezuela a otras partes del mundo, esta cantidad pudo pasar tranquilamente bajo perfil, sin ser detectada”, explicó el parlamentario venezolano.
De allí que esta presencia a través de clanes –que remontan a antes de la llegada de Hugo Chávez, aunque fue empoderada durante su gobierno–, según Humire, esté creciendo.
Y, con ella, temores que, sin embargo, aún lucen distantes. “Parte del problema que pueden tener las estructuras de la región contra terrorismo es que nosotros nunca hemos visto grupos fundamentalistas religiosos en actividades terroristas en nuestra región. No es parte de nuestra costumbre”, dijo Paparoni.
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