La generosidad de un amigo me permitió acceder a Internet y estar de nuevo en este espacio, después de un mes ausente por carecer del servicio que presta CANTV. En esta oportunidad lo haré con una especie de crónica para rememorar el encuentro con un amigo que ya no está entre nosotros.
El final del otoño del 2001 en Pessaro podía ser interpretado como el anuncio de un severo invierno. El clima imposibilitaba tan siquiera imaginar como en la capital de ese municipio italiano bañado por el Adriático, era un lugar turístico por excelencia. Me encontraba atendiendo una invitación para asistir al II Congreso de Democráticos de Izquierda, que se celebraba en la tierra natal de Rossini, el reconocido músico. Había pasado más de una década que el PCI, que llegó a ser el partido comunista más importante y numeroso de Occidente, había abandonado el marxismo y sus simbología tradicional. Su heredero más importante (DS) realizaba un evento donde se debatían dos corrientes principales; la renovadora que se aproximaba a la socialdemocracia y la ortodoxa que reclamaba ser “más de izquierda”. La primera la encabezaba Piero Fassini en fórmula con Maximo D’ Lema quien hasta el año anterior se había desempeñado como Primer Ministro de Italia y la segunda por Giovanni Berlinguer un médico de prestigio internacional, hermano del que fuera Secretario General del PCI. En la elección democrática realizada mediante el voto directo y secreto de los delegados fue electo Secretario General el abanderado de la opción renovadora.
El haber tenido la posibilidad de presenciar esa importante polémica y tener como excelente anfitrión a mi amigo Donato Di Santo, quien en la actualidad dirige la Organización Internacional Italo-Larinoamericana, pese al inclemente frío, constituyó una interesantísima experiencia. Además tenía la expectativa de regresar por Madrid donde tenía previsto inicialmente una entrevista con Rodriguez Zapatero y ya en España intentaría reunirme con el Embajador de Venezuela.
Había pasado más de un cuarto de siglo desde mi primera visita a España, en las postrimerías de la dictadura de Franco, distribuí el tiempo entre el turismo y las reuniones con los amigos muy activos de la Juventud Comunista de España, eran los tiempos del eurocomunismo, mi contacto que a su vez los tenía con el el Comité Provincial del partido en Madrid era un estudiante de Derecho de la Complutense: Ricardo Bodas Martin, quien me organizó una amena despedida en primera estadía en Madrid; le había perdido la pista, suponía que dadas las vicisitudes y divisiones del PCE no tenía forma de localizarlo. Recientemente me enteré que fue designado magistrado de la cuarta sala del Tribunal Supremo de España.
Al final la entrevista con Zapatero no se realizó, en su lugar me reuní con “Pepe” Blanco el Secretario de Organización del PSOE, en el transcurso de la conversación, por demás rutinaria, pude percibir que se hizo sobretodo por la insistencia del responsable de ese partido en Venezuela, salí de su edificio sede con la impresión de haber concurrido a una reunión meramente formal.
Muy distinto fue el otro encuentro improvisado que pensaba realizar en España, localicé el número telefónico y llamé al Embajador, quien inmediatamente atendió y al saber que estaba en Madrid me pidió ir de una vez a la embajada, apenas llegar a la sede iniciamos una muy grata conversación: comenzando por mostrarme la vista del Santiago Bernabéu, el stadium del Real Madrid. Con la amabilidad que le caracterizaba, su “don de gente” y su extraordinaria condición humana, sin protocolo ni cita previa así fue el encuentro con el General Raúl Salazar. Ya conocía de sus diferencias con el régimen desde que fue Ministro de la Defensa, a partir de esa conversación y durante su estadía en Venezuela, acostumbrábamos conversar con cierta periodicidad. Con este relato recuerdo que una de las razones, además de disfrutar del encanto de la ciudad, de hacer escala en Madrid, fue la de encontrarme con Raúl Salazar, el amigo quien muy lamentablemente falleció hace unos días en los EEUU de Norteamérica.