Estados Unidos anunció la venta a Taiwán de 135 misiles de defensa capaces de alcanzar China, que el jueves advirtió que esa venta puede dañar las relaciones con Washington y aumentar las tensiones en la región.
Washington, enfocado en contrarrestar la influencia de China en la región, también decidió vender a Taiwán lanzacohetes tácticos por 436 millones de dólares y equipos de imagen para el reconocimiento aéreo por 367 millones, lo que lleva el total de los contratos aprobadas a 1.800 millones de dólares.
La venta de los 135 misiles “sirve a los intereses económicos y de seguridad nacional de Estados Unidos ayudando [a Taiwán] a modernizar sus fuerzas armadas y conservar una capacidad de defensa creíble”, indicó el Departamento de Estado.
China, que reivindica a Taiwán como parte de su territorio, instó este jueves a Washington a anular la venta “para evitar mayores perjuicios a las relaciones” bilaterales “así como a la paz y estabilidad en el estrecho de Taiwán”.
“China dará una legítima y necesaria respuesta en función de la evolución de la situación”, dijo el portavoz de la diplomacia china Zhao Lijian.
El ministerio taiwanés de Defensa señaló por su lado que el armamento ayudará a Taiwán a “construir capacidad creíble de combate”.
Las ventas anunciadas el miércoles no incluyen los drones MQ9 Reaper, que Taiwán también quería comprar.
El misil aire-tierra Standoff Land Attack Missile Expanded Response (Slam-ER) tiene un alcance máximo de 270 km, superior al ancho del Estrecho de Taiwán que separa la isla de China.
Pekín considera a Taiwán como parte de China y amenaza regularmente con recurrir a la fuerza en caso de proclamación formal de independencia de Taipéi o de intervención extranjera, especialmente estadounidense.
Washington rompió relaciones diplomáticas con Taipéi en 1979 para reconocer a Pekín, pero sigue siendo el aliado más poderoso de la isla y su principal proveedor de armas.
China ha acentuado sus presiones militares y diplomáticas sobre Taiwán desde la elección en 2016 de la presidenta Tsai Ing-wen, que rechaza la visión de Pekín según la cual la isla es parte de una “sola China”.
AFP