El espantajo legal, deliberadamente oscuro y pésimamente redactado, con el señuelo caza bobos de “abrirse a la inversión privada,” subvierte el orden jurídico vigente y, sin ley ni control, faculta al Ejecutivo, mediante “mecanismos excepcionales de contratación y pago”, para desregular, vender, contratar sin licitación, desestatizar, endeudar, el patrimonio público. Una puerta franca que favorecería a gobiernos cómplices, Irán, Cuba, Rusia, Turquía y una oportunidad para la enriquecida nueva oligarquía criolla. Por razones de “seguridad nacional,” y por su rango supra legal, todo se hará en “secreto”.
La ley se reserva una supuesta potestad de “inaplicar” el status jurídico cuando sea menester desembarazarse del estorbo de leyes existentes. Un monstruo jurídico de laboratorio, bautizado como “ley constitucional”, concepto inexistente, bucanero, que tiene un antecedente en los poderes supra constitucionales que se arrogó Hitler en 1934. Existirá control y revisión a posteriori, pero los ejercerá el Consejo de Estado presidido por el Vicepresidente Ejecutivo del Gobierno.
En fin, una fase superior del proceso revolucionario, que no será el comunismo que sobrevendría a la dictadura del proletariado, como preconizaba Carlos Marx, sino el de una provechosa satrapía. Inmejorable oportunidad para el enjabonado de capitales. Aquel pendenciero “¡exprópiese!” de Hugo Chávez pasará a la historia y cederá el espacio a un fructífero ¡aprópiese! a beneficio de los nuevos mandarines.