La vida de los privados de libertad en cualquier parte del mundo es responsabilidad directa del Estado, independientemente del crimen que hayan cometido o el tiempo de pena que le corresponda, pero en Venezuela ese derecho no es respetado y preservar la vida de los presos es todo un reto para los familiares.
Tal es el caso de varios reclusos en calabozos de Caracas, si no hay familiares que día a día se tomen la tarea de llevar alimentos y enseres en general, es muy difícil que el privado de libertad salga con vida o al menos íntegro luego de pagar condena. No hay sistema de protección que asegure que la vida de la persona que es recluida no se pondrá en juego mientras paga su condena o mientras se desarrollan las investigaciones.
Es el caso de muchos reclusos que tienen a sus familiares lejos o en otros casos no tienen a nadie que vele por ellos, son dejados a su suerte deliberadamente y terminan muertos o en estado de desnutrición severa. A puertas de los calabozos del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC) de El Paraíso, el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) pudo conocer el caso de varios privados de libertad, a quienes se les ha vulnerado su derecho a la salud y por ende su vida fue puesta en riesgo.
“A mi familiar le dio una parálisis ahí adentro, desde ese entonces está en silla de ruedas, no tiene movilidad en las piernas y ha tenido problemas de hipertensión. Es algo que no entiendo en cuanto a la justicia y a los derechos humanos porque la juez le mandó a hacer los exámenes con el forense, pero luego de los resultados la juez no se pronunció. Nada más indicó que él puede estar ahí”, sentenció la familiar de un hombre recluido en las celdas del CICPC El Paraíso.
Para los familiares de estos privados de libertad no es lógico que no sean tomados en cuenta, indicando que no tienen información certera de lo que puede estar sucediendo, porque aunado a sus condiciones de salud está el hecho de los retrasos procesales mal justificados por temas de la pandemia por COVID-19.
“Su mamá tiene que venir cada dos días a bañarlo, llevarlo al baño hasta darle de comer porque él no puede”, puntualizó la dama, quien clamó por ayuda antes de que sea demasiado tarde.
Es de resaltar que en el CICPC El Paraíso hay aproximadamente 80 presos que permanecen en un calabozo con capacidad para albergar 20 personas, lo que se traduce en hacinamiento crítico.
Dicha situación genera preocupación en los familiares porque afecta las condiciones en las que conviven día a día, además de que en caso de existir alguna enfermedad la propagación sería inmediata y la atención médica en los centros de detención preventiva es nula.
Nota de Prensa / Observatorio Venezolano de Prisiones