Expertos sostienen que desde el momento del anuncio se esperaba que la reconversión monetaria de agosto de 2018 fracasara por la hiperinflación, que ese año registró las tasas más altas hasta la fecha. Por ende, afirman que volver a quitarle ceros a la moneda sería inviable.
Por: Carlos Seijas Meneses / Tal Cual
Si un mexicano va a una carnicería en su país con el billete de mayor denominación, el de 1.000 pesos ($47,41), puede comprar seis kilos de bistec, que cuestan un promedio de $7,94; mientras que un argentino, pese a sufrir la segunda inflación más alta de América Latina, podrá adquirir, con el billete de 1.000 pesos ($12,88) dos kilos y medio de carne, que tiene un precio de $5,15 en promedio. En Venezuela, que atraviesa una crisis hiperinflacionaria desde 2017, el billete de mayor valor, el de 50.000 bolívares ($0,10), no compra más de 27 gramos o, lo que es igual, unas tres cucharadas de carne molida.
La familia de billetes, que alivió en buena medida la escasez de efectivo durante los primeros meses de su lanzamiento, pasó, en menos de un año, a ser disfuncional, término que, según la Real Academia Española, se refiere al «desarreglo en el funcionamiento de algo o en la función que le corresponde». Pues bien, el bolívar soberano que lanzó Nicolás Maduro en agosto de 2018 como un intento de recuperar el pulverizado valor de la moneda nacional, perdió nuevamente sus tres funciones: servir de unidad de cuenta, medio de pago y de reserva de valor.
Uno de los aspectos en los que más ha impactado la crisis humanitaria en Venezuela en el sistema de salud. El total de la población afectada es de 23,8 millones de venezolanos #TalCual #ClaroyRaspao #AyudaIlimitada https://t.co/2vXRpMFor6 pic.twitter.com/M6auG4GJAp
— TalCual (@DiarioTalCual) October 28, 2020
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