La más reciente encuesta realizada por Datanálisis durante octubre de 2020 ilustra claramente la situación política de Venezuela. Aquel partido formado por Hugo Chávez que llegó a captar la simpatía de la mayoría de los venezolanos, actualmente luce totalmente desdibujado. Carga sobre su espalda el PSUV el peso muerto del Gobierno más anti popular que ha conocido Venezuela, al menos desde que se publican estudios de opinión y también el de una dirigencia que maneja al partido como un aparato administrativo y policial, donde no existe el debate y el libre juego de las ideas. Se trata de un partido que rápidamente degeneró en una maquinaria al mejor estilo estalinista. El PSUV llegó a tener un respaldo superior al 50%, cifra esta extraordinariamente elevada para cualquier partido en cualquier país. Eso es historia. El PSUV es un partido del Estado, que como sanguijuela vive del Estado. Basta ver a dirigentes connotados del PSUV repartiendo bolsas de comida, equipos eléctricos, bombonas de gas y utilizando los bienes del Estado como si fuesen propios. Ese uso, en particular los medios de comunicación y vehículos al servicio del PSUV, es un claro ejemplo de aprovechamiento ilícito de los recursos públicos. Su secretaría de finanza es la Tesorería Nacional. Aquella fuerza de movilización espontánea no existe y se mantiene en el poder por el uso de la fuerza policial y militar y por el ventajismo electoral.
Según la encuesta en referencia, los partidos políticos no están en su mejor momento. Eso es una realidad. La adhesión al chavismo suma al 12% mientras que la oposición recibe un respaldo de 23%. Lo relevante es que el 62% de los entrevistados se ubica como no alineado, pero con la característica que la inmensa proporción de ese 62% rechaza la gestión de Maduro. A la pregunta sobre una eventual elección presidencial cerca del 80% votaría en contra de Maduro si fuese candidato. Estos son los números fundamentales. Ello refleja la caída abrupta de una fuerza que concitó el entusiasmo del pueblo venezolano, cuando Chávez era, primero candidato y después presidente, claro está apoyado en un ingreso petrolero gigantesco. Estas cifras abren un enorme espacio para articular una fuerza política con vocación popular, que le hable a la inmensa mayoría de los venezolanos, creando una opción de cambio en favor de todos, pero principalmente de aquellos en situación de pobreza que actualmente comprenden a más del 90% de los venezolanos. El principal desafío de quienes luchamos por el cambio es conformar una propuesta viable, comprensible, con anclaje popular para lograr el respaldo de la mayoría del país, actualmente arruinada por el modelo del socialismo del siglo XXI.
Pero también para un sector del chavismo es propicia la ocasión para procurar rescatar al PSUV, ahora secuestrado por una cúpula profundamente corrompida y que ha hecho de ese partido una especie de franquicia personal y familiar y que lo transformó de mayoría en minoría. Si el chavismo quiere permanecer debe mutar hacia una formación política democrática, que hoy no es.