“Si no conocemos el origen [del coronavirus] entonces estaremos igualmente vulnerables en el futuro a un brote similar”, señaló en febrero de 2020 Michael Ryan, director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando aún existía la esperanza de poder controlar a tiempo la epidemia que iba a en camino a convertirse en un fenómeno global.
Por Infobae
Las palabras de Ryan acompañaron en su momento la llegada de un equipo de la OMS Beijing para investigar el brote e investigar su transmisión de animales a humanos. Había entonces sólo tres muertes fuera de China (hoy ya son 1,2 millones) y se creía que encontrar el origen animal era la clave para saber cómo frenar el brote del nuevo coronavirus y tratar la COVID-19, la enfermedad que provoca.
Pero a los miembros del equipo especial de la OMS nunca se les permitió hacer su trabajo y la misma organización negoció con el régimen chino los limitados alcances de la misión, según una investigación publicada este lunes por el New York Times y firmada por los periodistas Selam Gebrekidan, Matt Apuzzo, Amy Qin y Javier C. Hernández.
De hecho los expertos no estaban habilitados a cuestionar la respuesta temprana de China al virus ni visitar el mercado de animales exóticos de Wuhan donde se cree que surgió la pandemia.
Han pasado ya nueve meses de aquella trascendental, y fallida, misión de investigación. Al momento se han registrado 47 millones de contagios y 1,2 millones de muertes en todo el planeta, y todavía no contamos con un investigación transparente e independiente sobre los orígenes del virus.
China ha impedido estos esfuerzos, señala el New York Times, y la OMS, aunque cuando haya líderes dentro de la institución que muestran su frustración, ha cedido el control a Beijing, permitiéndole al régimen “lavar” sus errores al principio de la pandemia, lo cual generó el rechazo del gobierno de los Estados Unidos.
Ciertamente, durante la pandemia la OMS ha sido tan indispensable como impotente.
Por un lado la agencia con sede en Ginebra ha distribuido información clave sobre el testeo y el tratamiento de la COVID-19, así como también sobre el desarrollo la vacuna. Tal es así que los países que han decidió desarrollar sus propios elementos de testeo sin dialogar con la OMS, como Estados Unidos, han tenido que lidiar con las demoras y los problemas resultantes.
Pero, al mismo tiempo, la OMS distribuyó inrformación contradictoria sobre el riesgo de contagio de los asintomáticos y tardó en reconocer que la enfermedad podía transmitirse por el irse, además de recomendar que los viajes internacionales no fueran suspendidos.
Ahora que la segunda ola de contagios de COVID-19 golpea con fuerza a Europa y Estados Unidos, las tensiones geopolíticas en torno a la OMS vuelven a cobrar importancia.
China busca cooptar y controlar a la organización. Estados Unidos, que se salió en mayo de la OMS por orden de Donald Trump (su contrincante en las elecciones, Joe Biden, quiere revertir la decisión), busca ahora desarticularla por completo. Y Europa intenta en cambio reformarla y empoderarla.
Mientras tanto, la investigación sobre los orígenes del coronavirus, que debió obtener resultados en febrero, está recién ahora comenzando a avanzar. Pero con fuertes límites.
Beijing permitirá el ingreso de la misión, el contacto con los primeros contagiados en el país y el acceso al mercado de Wuhan. Pero científicos chinos liderarán los estudios.
Aunque se ha tardado mucho, la búsqueda del origen del coronavirus sigue siendo de vital importancia para prevenir futuras pandemias y acelerar el desarrollo de vacunas y antivirales.
En 2002, cuando una cepa anterior de coronavirus conocida como SARS brotó en China, Beijing también ocultó la epidemia durante meses. Pero cuando el hecho finalmente se hizo público, abrieron sus fronteras a investigadores internacionales sin restricciones. No fue así en esta ocasión.
Documentos internos y entrevistas a más de 50 funcionarios, científicos y diplomáticos muestran cuán debilitada se encontraba la OMS frente a China, de acuerdo al New York Times. Concentrada en hacer múltiples concesiones para lograr acceso y cooperación por parte de Beijing, no logró ninguno de sus objetivos.
Este desempeño reprochable ha dejado un espacio vacío para que políticos como Donald Trump y sus aliados abonaran teorías conspirativas y especulaciones sobre el organismo que tampoco ayudaron a combatir la pandemia y sirvieron sólo para ocultar sus propios errores, indica el prestigioso periódico estadounidense.
Mientras tanto, los líderes de la OMS acusan una politización de la pandemia, también como herramienta para ocultar los errores cometidos.
“Las divisiones entre y dentro de los países han generado un territorio fértil para que el virus crezca”, sostuvo el director general Tedros Adhanom Ghebreyesus en una antrevista con el New York Times.
Wuhan como epicentro de la pandemia
Por si fuera poco, la hipótesis del surgimiento del virus en el mercado de Wuhan, que no ha podido ser puesta a prueba por la resistencia de China, está ahora en duda.
Aunque el consenso sobre el pase natural del virus de animales a humanos es abrumador en la comunidad científica, muchos creen que Wuhan podría no haber sido el lugar de origen de ese “salto”. De hecho, de acuerdo a un estudio epidemiológico publicado por China en enero, la vinculación con Wuhan sólo pudo establecerse en uno de los cincos primeros casos conocidos de contagio. El resto contrajo la enfermedad en otro lugar.
El 30 de diciembre de 2019 un equipo de trabajadores chinos arribó a Wuhan e inundó el mercado con desinfectantes, puesto por puesto, en un intento de frenar la pandemia. Sólo después de eso se permitió a los científicos chinos recolectar muestras, pero para muchos ya era tarde.
Las explicaciones varían con respecto a este hecho varían. Para la mayoría de los expertos mundiales la decisión de limpiar el mercado habría sido tomada por error por las autoridades locales, desesperadas por contener la expansión del virus, sin esperar a los expertos médicos enviados por Beijing. En el proceso evitaron el acceso a muestras e información que hubiera sido vital, ya que a los investigadores que llegaron después sólo les quedó testear algunas perillas y otras superficies externas.
Pero algunos señalan que efectivamente hubo expertos chinos que tomaron muestras antes de la limpieza, y que esa información está siendo ocultada del mundo.
Los elogios a China
En medio de estas idas y venidas, Tedros ha elogiado públicamente y en numerosas ocasiones, especialmente al comienzo de la pandemia, al presidente chino, Xi Jinping, y a la respuesta del gigante asiático ante el coronavirus, a pesar de las tensiones que había debido a las fuertes limitaciones que imponía Beijing a los equipos de investigación de la organización, de acuerdo a los documentos a los que obtuvo acceso el New York Times.
“Celebraré a China una u otra vez por sus acciones que ayudaron a reducir la expansión del coronavirus”, dijo Tedros en enero.
Mientras tanto, en una carta enviada por la OMS a funcionarios chinos se hacía saber la frustración de la organización con los retrasos de China en proveer información y se solicitaba una vez más visitar el mercado de Wuhan, prohibido por Beijing. Estas tensiones no vieron la luz hasta ahora.
Tedros es conocido como un epidemiólogo que posee además sensibilidad política, un hombre que se muestra siempre afable y no critica en público a ningún país o gobernante.
Para muchos estas condiciones son necesarias para llevar adelante un organización como la OMS, que posee uno de los presupuestos más escuetos de la ONU y que depende de las donaciones (cerca del 80% de sus ingresos) para operar.
Sin fondos garantizados ni autoridad real para hacer demandas o hacer cumplir acuerdos internacionales, la OMS tiene un campo de acción extremadamente acotado y que no se condice con las expectativas que los países y la población suelen tener durante las emergencias sanitarias. No es sorpresa entonces que la organización haya sido criticado por su manejo de la epidemia de Ébola en 2014 o del SARS en 2002.
Muchos creyeron que la buena relación de Tedros con China sería instrumental para contener el coronavirus. Pero ocurrió lo contrario y el mismo Tedros debió declarar la emergencia sanitaria el 30 de enero, posterior a sus halagos al país, debido a la presión del comité de epertos de la OMS y a pesar del rechazo a la medida por parte de Beijing.
En las semanas posteriores, la OMS cedería más y más control, aceptando no criticar a China o la imposibilidad de visitar el mercado de Wuhan.
“Es difícil realizar este trabajo en un ambiento intoxicado por la política”, expresó Ryan, directo de emergencias de la OMS, recientemente. “Es difícil para los científicos hacer lo que deben hacer en situaciones como esta”, agregó.